La resolución dada a conocer hoy por Enrique Riera, Ministro de Educación, prohibiendo la difusión de ideología de género en centros educativos paraguayos, se produce 5 días luego de que unas 5 mil personas en Asunción y multitudes en Ciudad del Este (Paraguay) y otras ciudades del interior, salieran a las calles a reclamar justamente lo que hoy se decidió.
Es sólo una primera batalla ganada pues hay otras reparticiones del Estado que también deben tomar similar decisión. La sociedad no debe desmovilizarse sino que mantenerse activa en sus reclamos. Lo que pasó el jueves 5 de octubre en la audiencia pública y la manifestación ciudadana, fue la siembra. Los primeros frutos se han cosechado y no debe bajarse la guardia. Nos acusan de ser una sociedad conservadora ¿Eso está mal? Les dejo unas reflexiones al respecto en el video de arriba.
No Solo el Paraguay sino que el mundo se enfrenta en este momento a una destrucción de valores que han estado en los ladrillos de la humanidad. Al fundamento de un hombre y una mujer lo intentan despanzurrar y destruir con una serie de agregados que en algunos países llega a más de 100 ¨géneros¨ y se intentan nuevas estructuras familiares que incluso pueden ser cambiantes, llamadas al fracaso porque el componente elemental de una familia es la estabilidad.
Una élite poderosa y centralizada dirige el operativo que se denomina Nuevo Orden Mundial, curiosamente basado en el desorden sexual. Un monosistematismo para el multiculturalismo hasta implantar una ¨civilización¨ única y uniforme independientemente de las soberanías y culturas que son sometidas bajo una sola orientación.
Hasta los programas de TV van teniendo un mismo formato (realities) en este mundo unidireccionado. El estilo musical se va unificando a nivel planetario y unos pocos tienen el control de los temas que deben ser promocionados y cantados en todo el mundo (¨Despacito¨es un ejemplo) El cine está al servicio del plan y hasta los dibujos animados infantiles llevan la corriente a los confines.
Para destruir las culturas se recurre a la imposición de la ¨desrregulación¨de principios del comportamiento sexual y se lo presenta como un derecho humano a la identidad sexual personal– por más insólita que resulte- que debe ser respetada.
Para garantizar que el desorden en este terreno sea instalado en pocos años, la ideología intenta apropiarse del sistema educativo principalmente de la primera infancia. Ahí se busca inocular el veneno en nombre del derecho humano. La socióloga Gabriele Kuby manifiesta que la educación sexual obligatoria, gráficamente impartida en las escuelas, busca incentivar conductas de riesgo que secundadas por legislaciones que otorguen a los niños responsabilidades sobre sus cuerpos, los lleven a cometer errores de profundo efecto físico, intelectual y síquico irreparable.
Desde luego ya hay secuelas graves. Niños que confundidos de un modo extemporáneo decidieron cirugías y amputaciones sexuales, al llegar a la pubertad y manifestarse naturalmente su sexualidad, se enfrentaron a la dura realidad de que obraron equivocadamente y ya no tenían marcha atrás en el plano de sus desarreglos funcionales. Fueron destruídos de por vida.
Quienes nos oponemos a este engendro somos tachados de retrógrados. No somos nosotros los que vamos hacia atrás sino ellos. En efecto, el desconcierto sexual genera enfermedades de muy costoso tratamiento y la salud pública retorna a tiempos pretéritos. Como el Estado es el que promueve el desorden, carga con su costo que naturalmente se transfiere a los contribuyentes.
Los enfermos resultantes demandan más gasto público – mas impuestos- para cubrir sus necesidades. Si no aumenta el gasto público, vienen las protestas porque son discriminados y como hay leyes ¨contra toda forma de discriminación¨ y sanciones fuertes, la plata debe aparecer. Los contribuyentes vamos a cargar con eso ¿Es ésto avance? No, entonces ¿quienes son los retrógrados? En un plano del desorden organizado, hasta la economía va a retroceder.
Todo el aparato que se ha movilizado, busca crear seres dependientes, sin firmeza, débiles, totalmente manipulables e inseguros; listos para aceptar lineamientos direccionados desde una élite que establece el Nuevo Orden Mundial.
