¿Por
qué es más importante el día de la Madre que el día del Padre? ¿Qué hay detrás
del matriarcado paraguayo? ¿Cómo es que siendo las madres, custodios y
educadoras de nuestros hijos tenemos una sociedad machista? ¿Cómo es que una
madre resulta ser cómplice de su esposo, violador de su hija niña? Algo ha
fallado gravemente y este es un problema que los hombres debemos resolver y
para ello tenemos que recuperar lo que hemos perdido: Hombría.
Esa
recuperación no la vamos a poder hacer solos nosotros porque aquí hay
cuestiones espirituales profundas que no hemos sabido desentrañar, pero es
necesario hacerlo. Hay organizaciones que en nuestro país están realizando
cursos de “Hombría al Máximo” ¿Quiere decir que somos varones nomas pero
tenemos que aprender a ser hombres? Es imprescindible que ese curso de hombría
sea desarrollado en las empresas, en las oficinas públicas y en toda
organización que piense en positivo en el futuro de la nación
El
diccionario nos dice que hombría es: “f. Conjunto de cualidades positivas que
se consideran propias del hombre, especialmente el valor y la entereza”. ¿Qué es valor según el diccionario?: “Cualidad o conjunto de
cualidades por las que una persona o cosa es apreciada o bien considerada”.
Esta definición nos aclara que el hombre es aquel que tiene cualidades que lo
distinguen y lo hacen respetable ante sus iguales.
Vemos
que el otro componente de hombría es entereza ¿Cuál es la definición de ese
término?: Entereza: “f. Integridad,
perfección; fortaleza, firmeza de ánimo;
rectitud, irreprochabilidad”. ¿Es realmente hombre el que viola a su
hijastra de 10 años?
Y siguen otras preguntas que necesariamente debemos
hacernos: ¿Somos
más hombres cuando ante la tentación de una rubia o pelirroja (o según el gusto
de cada uno) olvidamos a nuestras esposas y “aprovechamos la oportunidad”? ¿Es
más hombre el que en esas circunstancias dice “si” o el que recuerda el
juramento de fidelidad a su esposa y dice “no”? ¿Quién es más hombre?
¿En
qué momento hemos perdido la entereza, la respetabilidad, el liderazgo honesto
tan impecablemente descripto por el español Ildefonso Bermejo?
Lo
que la Guerra contra la Triple Alianza nos robó
Hay
que decirlo: La Guerra contra la Triple Alianza, al diezmar la población
masculina, dio un durísimo golpe al hombre y la hombría de los paraguayos. Las mujeres
debieron tomar –en tan penosas circunstancias- el liderazgo no solo del hogar
sino de actos orientados a la repoblación del Paraguay, instancia en la que se
produjo una situación que en la Biblia es profética para nosotros: “Porque
siete mujeres echarán mano de un hombre en aquel día, diciendo: Nuestro pan
comeremos y con nuestra ropa nos vestiremos; tan sólo déjanos llevar tu nombre;
quita nuestro oprobio”. (Isaías 4:1)
Mujeres
paraguayas, ante la escasez de hombres piden por decirlo así, la protección de
su apellido para tapar su oprobio, su vergüenza, su degradación al aceptar
compartir un hombre entre varias. En realidad para las mujeres judías, la
expresión tiene otro sentido pero el contexto general de tal debacle, es la
traición de un pueblo bendecido que da las espaldas a Dios para entregarse a la
adoración de Astarté, Semiramis, Ishtar (Esther, Estrella del Mar, Stella
Maris, hoy protectora de la Marina Paraguaya (¿?), deidades asirias y
babilónicas –espíritus demoniacos- que luego fueron adoptadas por la cultura
romana y luego por la iglesia romana.
Y
aquí viene otra pregunta: ¿No hemos abandonado a Dios en Paraguay para adorar imágenes
de deidades de origen babilónico o asirio a la que se ha pretendido
“cristianizarlas” de un modo forzado e imposible? ¿La virgen de Caacupé
representa a María o a Semiramis, Astarté o Ishtar?
Antes
que nada, veamos la actitud de la María Bíblica. La propia Biblia cita en el
libro de Juan una expresión esclarecedora de María; “Hagan todo lo que Él
(Jesús) les diga” como deslindando roles y responsabilidades. Tiene un sentido
de “no es conmigo sino con Él” (Jesús). María nunca buscó un protagonismo como
el que la religión manipulada por fuerzas ocultas, le ha dado a partir del
Concilio de Trento, vale decir producto de un conciliábulo. Doctrina de hombres
y no la sana doctrina establecida por la Biblia, la única fuente doctrinaria
cristiana. No existe otra.
¿Adoran
los devotos a María? Ya vimos que María nunca pretendió algo así y curiosamente
la trampa del enemigo, con astucia llama a las imágenes Shoenstadt, Guadalupe,
Fátima, Perpetuo Socorro, Stellamaris, Concepcion, Encarnacion, Rosario,
etc.,etc.,etc., Corresponde entonces hacernos otra pregunta: ¿Puede un muerto
rogar por los vivos como muchos, erróneamente creen diciendo “ruega por
nosotros”?
Veamos
lo que dice la fuente de la sana doctrina: “Para
cualquiera que está unido con los vivos, hay esperanza; ciertamente un perro
vivo es mejor que un león muerto. Porque los que viven saben
que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna
recompensa, porque su memoria está olvidada. En verdad, su amor, su odio
y su celo ya han perecido, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace
bajo el sol”. No lo digo yo. Esto está escrito en Eclesiastés capítulo 9
versículos del 4 al 6. Los que murieron, fueron. Ni Expedito ni María ni Juan
Pablo II, Chiquitunga o Roque González de Santa Cruz. Pudieron haber sido
buenísimas personas, excelentes seres humanos pero, murieron y ya “no tienen
parte en todo lo que se hace bajo el sol”.
¿Qué tiene que ver con hombría todo esto?
Espero llegar a ese punto con esta reflexión. Si escudriñamos el capítulo 7 de
Jeremías desde los versículos 15 al 20, veremos que Dios interviene a través de
su profeta para condenar el culto a la “Reina
del Cielo”, que ha contaminado al pueblo, provocando su ira que según
anuncia, se derramará sobre el lugar donde adoran a un dios falso ¿No
escucharon ustedes hablar de reina del cielo en referencia a alguna de las
vírgenes que se “veneran” en nuestro país y que lucen grandes coronas?
Dios se llenó de ira porque su pueblo le
sustituyo a Él, por una impostora. Unos dirán, pero eso fue en el Antiguo
Testamento. El Nuevo Testamento está lleno de advertencias a los idolatras,
adoradores de imágenes, incluso se afirma y aclara que la idolatría es la causa
de la homosexualidad y las perversiones de todo tipo. ¿Cómo se llama el espíritu maligno que
actúa detrás de las imágenes idolatradas de vírgenes? Jezabel.
Si la “virgencita azul” protegiera a
nuestra sociedad, no pasaría lo que hoy nos pasa y que expusimos al principio.
Sin embargo, la idolatría nos ha llevado a que la mayoría, adore a Jezabel
¿Pero de donde sale esto? Investiguen a quien va dirigido el mensaje de
advertencia que está en Apocalipsis 2 y que dice: “Yo conozco tus obras, tu
amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y que tus obras recientes son
mayores que las primeras. Pero tengo esto contra ti:
que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a
mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los
ídolos” ¿Se han preguntado ustedes si el pastel mandi’o, el payagua mascada, el
chicharo hu’iti que se come en San Juan es comida dedicada a un ídolo?
Esta sociedad ha aceptado
el engaño. Tenemos que reconocerlo y revertir el rumbo antes de que sea muy
tarde. Nuestros errores (“actos inmorales”) se los quiere corregir
despenalizando el aborto para que los embarazos no deseados se resuelvan por el
lado de la “interrupción del embarazo”, eufemismo por asesinato. Ideología
demoniaca, ideología de muerte.
Los hombres creemos que
somos más hombres de un modo errado. El fondo del problema es espiritual.
Nuestra fe se ha desviado del único Dios verdadero que tiene un solo mediador
entre Él y nosotros y no es Guadalupe, Expedito, Blas, Fátima ni Shoenstadt.
Hay una sola verdad, un solo camino.
Nadie es justo, pero
podemos ser justificados. Nadie es perfecto pero si lo pedimos con arrepentimiento,
podemos ser perdonados y como nación necesitamos hacerlo. Fundamentalmente los
hombres que en la guerra grande, una acción maligna en el plano espiritual,
intervino para robarnos nuestro lugar y hemos dejado de ser lo que tan
excelentemente Ildefonso Bermejo describió como la hombría de los paraguayos.