
Noten ademas huellas del mejor amigo del hombre. Probablemente del perro que acompañaba al desprevenido peatón.( clic sobre las fotos para ampliarlas)

Ocurre que el frentista contrató a un albañil para repararle
la vereda. El obrero terminó su trabajo, cobró y se marchó. Poco después
apareció un viandante desprevenido y estropeó su calzado deportivo, a su paso por ahí.
Naturalmente que protestó con vehemencia por la
irresponsabilidad de quien contrató al albañil pero aparentemente, el
propietario le echó la culpa al obrero.
El trabajador habría dicho que fue contratado para hacer el
piso y que la señalización no era parte del acuerdo laboral. Lo cierto es que
el peatón terminó molesto por la parte que le tocó, el frentista terminó
decepcionado porque su vereda no lucía nada bien y nosotros tenemos un tema
para que usted aprenda una lección: Cuando haga reparar su vereda no olvide
poner un cartelito “Cuidado: cemento fresco!”.
Se evitará rabietas innecesarias.
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