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Los
paraguayos somos víctimas de un cuadro mediático perverso cuyos
efectos negativos son severos pero no estamos teniendo el
discernimiento para comprenderlo. Empecemos diciendo que tres
personas deciden lo que los paraguayos vamos a consumir como
información. Ellos establecen de qué vamos a enterarnos, con qué
enfoque vamos a enterarnos porque tienen propósitos muy particulares
apartados de la agenda de la ciudadanía.
Pero
ese cuadro es contaminado además por otro factor sobre el que
tampoco dirigimos nuestras reflexiones: Los medios manejados fuera de
¨los tres¨ no están teniendo la capacidad de encarar un periodismo
competitivo. Algo no les cierra y dedican los espacios más bien al
¨pasatismo¨ que puede ser futbolero, chismoso o disparador de mala
onda. No encontré aún la palabra exacta para definir este tipo de
periodismo nocivo pero voy a dar ejemplos para explicarlo mejor:
1-
Hubo un accidente de tránsito y empieza este manejo mediático
radial: El conductor del programa usa la ofuscación como estilo y
dice cosas como ¨no es la primera vez que se produce un accidente
ahí, se les paga un salario a los que tienen que solucionar el
problema y no tienen ni el interés ni la capacidad y simplemente se
dedican a robar la plata del pueblo. Es hora de que renuncie el
director de tránsito y que deje su cargo… y continúa la ponzoña¨.
El que escucha recibe una carga emotiva que lo condiciona. Hay
funcionarios que fueron crucificados, gestiones que fueron condenadas
y el enojo ciudadano fue instalado contra muchos.
El
punto es que luego de pedirse la renuncia de funcionarios ladrones e
incapaces y de los responsables del tránsito, el informe oficial
dice que el accidente se produjo como consecuencia de la borrachera
del conductor, no por problemas de señalización de tránsito. Toda
la indebida carga de mala onda que lanzó el periodista ya envenenó
el alma del público y eso no desaparece. El problema no era el
funcionario sino el alcoholismo creciente y criminal en nuestra
sociedad
Sin
embargo de este problema no se habla con la misma ofuscación porque
los espacios son auspiciados por locales que ofrecen tragos cortos y
tragos largos y por marcas de bebidas alcohólicas. De este modo la
perversidad reinante hace que no se ataque al enemigo real que es
amigo de la prensa sino que se dirija la andanada de plagueos y
maldiciones hacia otros objetivos. El resultado es que se genera un
cuadro de insatisfacción, temor, decepción, autoflagelación y
bronca a un nivel absolutamente desproporcionado, inmanejable e
inconducente.
La
información negativa es producto premium (asaltos, violaciones,
estafas, accidentes, desperfectos de puentes y rutas). Por su lado,
la información positiva (crecen las exportaciones de carne,
mandioca, Paraguay se posiciona mejor como exportador de pollos,
estudiante paraguayo se recibe con honores en prestigiosa
universidad, etc.), eso es información de segunda categoría.
Lógico,
si más que nada siembras mediáticamente catástrofes, la cosecha
será dramática. Claro que hay problemas todos los días pero muchos
de ellos se resuelven y la solución pasó de largo informativamente.
Claro
que existe Barrabás. No ignoremos su presencia. El problema es que
también existe Jesús y se le ignora. Barrrabás es portada y para
él van los mejores reportajes, los espacios nobles en los
noticieros. Se forman colas de periodistas para entrevistar a
Barrabás. Jesús es ninguneado. El que vino a resolver los problemas
es motivo de burlas, es tratado de oscurantista, troglodita y lo
basurean. Lo destinan a una columnita en la página 48 y en los
noticieros no hay tiempo para Él. Barrabás ocupó todo el espacio.
Lo
que quiero decir es que mientras el problema ocupe nuestro tiempo y
no la solución o los que solucionan el problema, siempre vamos a ver
negro el panorama.
Hay
que salir del círculo vicioso.
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