
Los restos de colesterol que manchaban aún los cristales de la sede de la Secretaría de la Función Pública, fueron retirados ayer en una trabajosa jornada del limpiavidrios que se colgó de un andamio y a fuerza de jabones de alto poder detersivo, cepillos, trapos y otros instrumentos que no pudimos identificar, retiró la roña.
El personal oficinesco trabajaba rutinariamente cuando aparecieron dos piernas colgadas que evidentemente no eran del hombre araña sino que de un operario laborioso y eficiente.
El hombre fue descendiendo a medida que limpiaba el vidrio presentando un espectáculo curioso ante los funcionarios que desde adentro percibían como el mundo exterior recobraba su color.
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