
"Vale la pena compartir esta experiencia.. y tomar acción!.. ahí les va.."
"Comparto una experiencia. Ayer paré el auto en el semáforo en Perú y Mariscal López a las 15:00."
"Venia del trabajo, estaba harto, cansado, nervioso…; se acerca el infaltable limpiavidrios y desparrama una especie de orín de gato por el parabrisas; enciendo el limpiaparabrisas (que es una señala universal inventada por los paraguayos para decir “no gracias carajo”), pero enojado el muchachón (unos 30 años) rompe el cepillo de goma (el del auto)".
"Sociedad de mierda"
"Me bajé y le encaré con mis 93 kilos y trescientas mil canas a cuestas, y el hp (hijo de puta) me derrama agua, corre, agarra una piedra y me dice que me vaya o adiós mi parabrisas. Subo al auto y me voy pensando en la sociedad de mierda que tenemos y otras cosas parecidas; pero de pronto me digo que algo hay que hacer, antes que el hp te haga lo mismo a vos, o a tu esposa, hijo o nieto, o alguien con menos autocontrol que yo lo muela a patadas y termine en cana".
"Decido perder tiempo y envejecer un poco más y voy a la Comisaría Sexta, hablo con el oficial de guardia a quien le relato el hecho. (Aclaro: la rabia no es por un cepillo de goma, sino por el hecho). Pido que un oficial me acompañe, acceden y les llevo hasta el sitio (Perú y Mcal. López), por lo menos para identificar al hp. Llegamos, lo vemos haciendo de las suyas (la misma cosa) con una mujer al volante".
"Se le llama y qué resulta? Un toco de yerba en su champión, seis entradas en Tacumbú por Lesión grave, Hurto agravado, etc. Pero me caigo de culo cuando el hp saca un celular (que hizo empalidecer el humilde Nokia que me regaló mi hija), y le llama a…? SU ABOGADO!!!!!"
"En diez minutos se presenta un abogado (con minúsculas), que en una especie de castellano aprendido de mala gana en alguna facultad de medio pelo (de esas que ahora pululan en cada barrio), nos dá una cátedra de jurisprudencia concluyendo que, palabras mas o menos, “no hay hecho punible”, y que en todo caso el agresor fui yo por que me bajé de auto a encararlo al hp. Le pregunto al “abogado defensor” si sabe que “su cliente” tiene seis entradas en Tacumbú y es un inadaptado social (como menos), y recibo esta respuesta: “Seis entradas?"
"Uté puede mirar su espediente, y va a ver etimado colega que ya hemo borrado todo esos antecedentes que habían en el prontuario del susodicho…”…
"Yo les digo una cosa: si estamos expuestos a que un limpiavidrios con prontuarios penales de dos paginas, que a las tres de la tarde está “volado” en plena calle creyéndose Rambo VII, con abogados que viven de darles cobertura (supongo que hay una especie de minga a la que todos contribuimos con moneditas para pagar honorarios), y a un sistema que permite borrar los antecedentes penales como si se tratara de una libreta de almacén, solo nos quedan estas opciones: o te callás, o te comprás una Smith & Wesson".
"Adivinen que opción elegí… (Y dejen de dar moneditas en la calle, hay otras formas de hacer caridad de verdad)".
Pedro Halley – Abogado - Matricula 3670 (con ruego de hacer correr este mail)
Carta del hijo de puta al abogado Pedro Halley
Soy el hijo de una prostituta, lo reconozco. No conocí nunca a mi padre y me crié con abuelita hasta que murió y tuve que dejar la escuela. Era buen alumno pero la plata que mamá nos dejaba no alcanzaba y tuve que salir a pedir comida. Tenía un hermanito menor al que le traía pan y empanadas pero también tuvo que salir a pelear.
Me seguía y miraba lo que hacía hasta que un día una señora que vende flores frente a la Recoleta me dijo que no es bueno pedir sino que hay que trabajar. Me pidió que le ayude a traer agua de una canilla para cuidar sus flores. Hacía mucho calor y sus flores tomaban más agua que nosotros. A la tarde me pagó con una herramienta.
Me compró un limpiador de parabrisas y me prestó un baldecito de sus flores para el agua y empecé a limpiar vidrios.
Era muy chico todavía y no alcanzaba a poder limpiar todo el parabrisas pero los más grandes me ayudaban pero yo conseguía clientes y ellos cobraban. Se quedaban con la plata mas grande y a mi me daban un poco.
Me fui entonces a trabajar en la esquina de San Martín y Mariscal López porque ahí había otros mitaí como yo y ese fue una buena época de mangos ahí en la plaza. No nos faltaba mango. Ya no volví a mi casa.
Si hacía calor dormía en la plaza y si llovía nos íbamos a dormir en la gasolinera.
Ahí yo quiero trabajar. Limpiar vidrios ya no da tanto dinero como antes y además que culpa tenemos nosotros. No sabemos que le pasa a la gente que cada vez nos amenaza más y nos reta muy mal porque queremos trabajar para comer.
La gente nos maltrata, hay gente que nos escupe. “Hijo de puta” es lo que más nos dicen. Yo la última vez que supe de mamá, andaba por Ciudad del Este.
Lluvia, frio, calor, crecí en la calle o mejor, en la plaza. Muchos nos conocimos ahí y ahí uno ve lo que no tiene que ver, escucha lo que no tiene que escuchar y aprende a hacer lo que no tiene que hacer. Hay algunos que siguen en la cárcel pero yo ya me tranquilicé. Si junto para comer y algunos otros gastos para mi, ya da.
Ese día que le rompí el limpia parabrisas a ese señor, antes de que el apareciera, me acerqué a otro coche y cuando estaba cerca, aceleró y casi me atropelló. Tuve suerte.
Estaba débil porque me hizo mal un pancho con sabora que dejé por la mitad mientras venían los coches a la hora de salida en que más clientes hay. Comí más tarde pero tenía luego un sabor diferente.
Tenía que comprar sulfa carbón porque ese soluciona. A mi siempre me solucionó. Ya sabemos que una semana antes de fin de mes como se dice, ipo’i la piola y no hay plata en la calle pero hay que estirar.
Me sentía muy mal y tenía que trabajar porque si vos no trabajas, en la calle no comés. Sé que no tenía que comer sino tomar sulfa carbón y después cuando se solucione el problema recién podía comer.
Ese señor estaba muy enojado y yo no podía correr. Por eso agarré la piedra. Me dijo “hijo de puta” y no estaba con paciencia ese día. El es un señor que no pasa necesidad como nosotros.
Si mi abuela no se moría pronto, yo creo que de tanto quebranto también, iba a terminar la escuela, iba a estudiar y no me iba a dedicar a limpiar vidrios en la calle. Ella siempre me felicitaba por mis notas en la escuela y decía que tenía buena cabeza pero…. que le vamos a hacer.
Felizmente viene el tiempo de lluvias y de barro. Es nuestro tiempo. Ojalá no llueva tanto y según como salga la cosa, voy a trabajar en la playa de la gasolinera para lavar autos. Esa es mi idea.
Y eso…
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