
Al respecto y de un modo elocuente, la ex candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar ahora nos confiesa que anticipó personalmente su decisión de reconocer el triunfo de Fernando Lugo porque si no lo hacía, sería cómplice de quien sabe qué atropellos contra la decisión honesta de las urnas.
Esto nos ubica ante un escenario muy especial en el que debe producirse el traspaso de gobierno y de la necesidad de que la prensa paraguaya contribuya a que el proceso que hemos iniciado de sus primeros pasos de un modo tranquilo y sólido. Eso no está ocurriendo porque los nuevos vientos de renovación, no llegaron al periodismo, salvo excepciones.
El escandalismo, el tremendismo y la creación de dramas hasta donde no existían han sido algunos de los vicios de la prensa paraguaya durante los últimos años. Tal vez fueron instrumentos desesperados a veces encaminados a llamar la atención sobre hechos ante los que la sociedad exhibía una apatía preocupante.
Sin embargo, la misma prensa paraguaya que hoy nos habla de los nuevos vientos que soplan
Este debería ser un tiempo de reflexión para el periodismo paraguayo. Debería incluso ser de autocrítica para evaluar su ejercicio durante los estertores de un régimen político perimido, corrupto y retrógrado y reinaugurarse en otro estadio en el que cobran formas las esperanzas y ellas incluso se manifiestan de un modo desordenado y conflictivo al que el periodismo no le da siempre una lectura correcta.
Está claro que la esperanza en cambios profundos en el país, triunfó de la mano de una alianza multicolor y de amplio espectro ideológico. Está clarísimo que entre las fuerzas que se unieron para instalar nuevos tiempos, existe más de una manera de ver los problemas y su forma de resolverlos y la nación está ante una oportunidad magnifica de entender que la solución será mejor si logramos alcanzar la síntesis de las mejores ideas para cada solución, a partir de una diversidad de visiones y opiniones.
¿Qué están diciendo?
Sin embargo, apenas surgieron naturles voces diferentes entre el Presidente Electo Fernando Lugo y el vicepresidente Federico Franco reapareció el escandalismo para enrostrarnos nada menos que estupideces del tipo “el remedio era peor que la enfermedad” y que “todavía ni juraron como gobernantes y ya hay profundas discordias entre ellos” y “qué nos espera cuando el día de mañana….”. Porque Lugo fue a almorzar con Nicanor, sectores de la prensa se preguntaron qué hay detrás cuando se lo quiera o no, ambos deben hablar sin que ello implique capitular.
La prensa sigue viendo problemas donde otros vemos esperanzas. Estamos ante una formidable ocasión de salir adelante pese a la diversidad y respetando la diversidad. Mas que ello, considerándola útil para que nadie se sienta excluido. Los tendotá indiscutidos –la lección es clara- terminan siendo discutidos.
El modelo del “único e indiscutido líder” se prestó a una feroz dictadura que se sustentó en la exclusión del “para los amigos todo, para los enemigos
Hay una frase que Fernando Lugo pronunció en la noche del 20 de abril en calle Palma. “La democracia la construimos todos”. Tenemos que entender que habrá discrepancias pero también, existirán muchas coincidencias.
Durmiendo con el enemigo
Si con un lamentable rezago intelectual, con chatura, la prensa en estos tiempos de cambio en vez de hacer hincapié sobre las coincidencias para que se resuelvan los problemas más acuciantes, se empecina en buscar las diferencias para poner ahí la tinta de su presunto compromiso con la verdad y buscando la discordia, sembrando dudas gratuitas, tirotea la línea de flotación de este barco al que todos queremos subir para que nos lleve hacia un sólido proceso de desarrollo, es que la sociedad va a tener que buscar el modo de ir adelante con una prensa enemiga del proceso.
Hemos visto que Lugo ha dejado de hablar como lo hizo en los días siguientes a su elección. Hemos leído que Federico habló de suspender sus contactos con la prensa. Los entiendo perfectamente.
Si el periodismo paraguayo no percibe la trascendencia de su rol histórico y busca ser protagonista, no medio y se esfuerza en buscar un show donde hace falta sensatez, sería una fatalidad para el proceso que debería cuidar y no tratar de desacreditarlo o tumbarlo. Lo que la sociedad ha logrado con indubitable esfuerzo merece madurez y seriedad del periodismo nacional.
Nada peor nos puede pasar como sociedad que la prensa transite a la retaguardia de esta carrera hacia el cambio para ser un lastre en vez de coadyuvante.
Pensemos.