Un grupo de comunicadores y empresarios, dolidos por el desgaste cotidiano que implica ocuparse de las deficiencias de los servicios públicos y sobre todo escuchar las quejas de los usuarios y sustituir prácticamente a las oficinas de reclamos, para retirarse a la noche estresados y agotados e intentar reponer fuerzas para volver al día siguiente a repetir el suplicio y….. paremos aquí, protagonizaron un espacio hipócrita en el programa de Humberto Rubín de Telefuturo. Era un programa dedicado al Día del Periodista, en el que faltó autocrítica.
A esta altura de los acontecimientos, 18 años después del golpe que derrocó a Stroessner ya no es oportuno hablar de la mordaza a la prensa en tiempos de Stroessner y presentar testimonios de los padecimientos periodísticos durante la dictadura de Stroessner.
Hay que ser más creativos a la hora de celebrar analíticamente el Día del Periodista. Es un recurso demasiado desgastado y a esta altura inapropiado. Es como seguir masticando el chicle de la semana pasada para tratar de mejorar el aliento.
Hubo padecimientos y persecuciones. Claro que si. Pero hoy día el ejercicio del periodismo pasa por otros problemas.
Hay otros vicios, oras falencias y la ciudadanía los percibe con claridad, razón por la que se refugia en otros menesteres y lee menos diarios, escucha menos programas periodísticos en radio y se solaza con más shows pasatistas en la televisión.
Y en el programa de Rubín que es 98% de su tiempo empresario y 2% periodista y que como empresario compra y vende espacios, programas, prédicas; prédicas que enarbolan mensajes de sus clientes y no las del periodista y en donde el empresario se mimetiza como periodista…..retomo el hilo, en el programa de Rubín, Clari Arias estaba lamentándose de que por las noches llega desfalleciente a su hogar y casi no puede conciliar el sueño porque debe todos los días escuchar quejas de la ciudadanía contra los servicios públicos y sustituir prácticamente a las oficinas de reclamos de los prestadores de servicios para desgastarse hasta más no poder, tratando de resolver problemas.
Falso. En primer lugar en vez de hacer el programa el periodista, es el público el que hace el programa.
Le facilitan el laburo. Eso por un lado porque por otro, levanta su rating ocupándose de temas que interesan al ciudadano y luego le llueven muestras de gratitud por haberse ocupado de un problema casero de la gente.
En suma, el comunicador así va construyendo su imagen de “resolvedor” de problemas, vale decir una imagen positiva.
Lo que veo y escucho me indica claramente que buena parte de los comunicadores no ven la hora de asumir su rol de jueces que condenan o absuelven. Un acto de soberbia que les permite catapultar su figura y está claro que utilizan esa herramienta para ocupar espacios y luego facturar.
Por qué cuanto más rol de juez asumen, más fuerte es su voz y la “democracia” agiornó los métodos para el control de la prensa.
Hoy ya no se les envía al calabozo a los periodistas. No. Hay métodos más modernos que se usan para acallarlos. Se les envía avisos pagados para financiar sus programas y se exige que el periodista y no el locutor, pase el mensaje publicitario.
Mario Ferreiro me recomienda consumir yerba, café, leche, yogurt y me dice de qué marca deben ser los productos todas las mañanas.
Usa su creíble figura periodística para facturar como locutor comercial y cuando me dice que debo consumir yogurt Trébol, tengo la absoluta certeza de que mañana cuando descubran alguna irregularidad en productos de esa marca, va a callarse o si comenta algo, no me va a decir toda la verdad.
Conste que entre los periodistas que aparecieron en el programa, Mario es el que más confianza me inspira.
Oscar Acosta es periodista y modelo publicitario. Promociona celulares, motocicletas y no se qué otros productos. No lo hace como circunstancial modelo. Lo contratan porque es periodista y su pregón comercial tiene más llegada por ser periodista.
Vale decir que se vende o vende su imagen de periodista. De ahí, a vender su conciencia hay un pequeño paso nomás.
Pero volviendo al programa dedicado al “Día del Periodista”, el hijo de Rubín que actúa de periodista en una parte del programa, actúa de locutor comercial en otra porción y lee mensajes laudatorios hacia las obras magnificas, socialmente correctas y muy patrióticas de Itaipú. Naturalmente que pagado por Itaipú.
Humberto Rubín –el padre- llegó a comentar en un momento del programa que curiosamente ellos reciben avisos de entes a los que luego le critican. Ah bueno! No pude evitar que se me dibujara una sonrisa.
En el mismo programa, invitaban a los televidentes a enviar mensajes. Envié uno con sentido crítico. Se leyeron los mensajes positivos, los “que bien está el programa”, los “los admiro y los quiero”, los mensajes de “muchas felicidades por el Día del Periodista”. Mi mensaje era en el sentido de este comentario. Digamos que no hubo tiempo para que fuera leído.
Pero para hacerla corta y redondeando el tema: Hace falta más autocrítica entre los periodístas y mucho menos soberbia, menos hipocresía, menos deshonestidad. No digo que todo está podrido pero cuanto mayor sea el esfuerzo por que los periodistas se diferencien de quienes cuestionan, será mucho mejor.
Feliz Día del Periodista!
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