lunes, abril 16, 2012

De pasión a locura de multitudes

Las dos hinchadas claramente diferenciadas por los colores (Foto:abc color)
Esto de liberar con garrotazos a los simpatizantes del rival, las tensiones producidas por un resultado deportivo adverso no es un problema de la Policía como muchos están queriendo plantear sino que la perversa manifestación de una conducta enfermiza que tiene que ver con la salud mental de la sociedad. Es momento de consultar con sicólogos, sociólogos, siquiatras para entender mejor lo que nos está ocurriendo.

No es normal que un universitario que ha llegado a la cúspide del conocimiento en su ramo, luego de un partido de fútbol desenfunde una pistola y asesine a un hincha que está gritando consignas victoriosas o que el simpatizante de un equipo victorioso haga disparos al aire para canalizar su alegría, ignorando temporalmente que toda bala que sube caerá irremediablemente, tal vez sobre un inocente.
Es abrumador que los hospitales reporten tendales de lesionados debido a que ordas de fanáticos descontentos por el resultado de su equipo salieron a garrotear a sus rivales para “arreglar las cosas” de ese modo y sentirse en paz.
Estamos ante actos de barbarie que nos remontan a un lejano pasado. No hay justificación para conductas bestiales como las que los medios nos presentan hoy, luego del partido clásico del fútbol paraguayo, entre Cerro Porteño y Olimpia.
Es cierto que las cargadas y burlas entre rivales han subido de tono y que las manifestaciones de las mismas en las redes sociales impulsan una ola de creatividad que profundiza el mensaje satírico que lastima, hiere e incomoda.
Es cierto que la informática ha facilitado la elaboración casera de afiches o infografías llenas de sarcasmo que buscan zaherir el ánimo de los rivales pero, de ahí a responder la sátira con armas de fuego y garrotazos, crear emboscadas para atacar grupos de hinchas rivales llevando la reacción a un terreno de venganza y muerte es señal de que se ha perdido la brújula.
Atribuir este escandaloso despiste a la falta de control policial es una equivocación. Jamás cada paraguayo podría tener detrás a un vigilante para sofrenarlo en caso de que pierda el control. No hay recursos para ello.
Reflexionemos
La responsabilidad está de nuestro lado. Debemos reflexionar profundamente en las escuelas, las iglesias, las diversas instituciones sobre la desorientación en la que hemos caído y buscar nosotros mismos la recuperación del rumbo que hemos extraviado.
Que necesitamos ayuda para ello, si. Como dijimos al principio, serán los sociólogos, los sicólogos y siquiatras los que nos ayudarán a comprender lo que nos pasa para buscar las salidas de un modo urgente, si es posible, para antes de que se juegue otro partido importante de fútbol que está dejando de ser “pasión de multitudes” para ser locura de multitudes.