martes, septiembre 23, 2014

Por qué la historia humana se divide en AC y DC




Los ateos y muchos creyentes no tienen idea formada de por qué la historia humana se divide en antes de Cristo y después de Cristo. Cambios profundos han sucedido para que la mudanza fuera notoria y nadie la pudiera negar. No se trata de un capricho de los cristianos sino de una transformación conceptual, cultural, moral, económica, espiritual sin la que no entenderíamos a la sociedad actual.

1-     La abolición de la esclavitud:
Este indiscutible avance, tiene su origen en un principio cristiano. Todos nacemos iguales y somos iguales ante Dios. Dios no hace acepción de personas y Cristo vino a morir en la cruz para que sin distinción alguna, todo aquel que cree, sea salvo. El cristianismo derrumba la plataforma injusta sobre la que se había cimentado la esclavitud. No hay razas superiores como Hitler, anticristiano, hizo creer a muchos. No dimensionamos hoy toda la injusticia y sometimientos que fueron dejados de lado, solamente en base a este concepto de igualdad.
2-     La democratización del voto:
Si todos somos iguales ante Dios, el concepto de igualdad se traslada a los derechos civiles y políticos. Queda atrás el concepto de nobles y plebeyos, a pesar de que sociedades modernas mantienen la figura por una cuestión cultural cada vez menos aceptada. Una persona, un voto. Ya no tiene sustento el rey que decide sobre vidas y haciendas. El cristianismo dignifica al ser humano común y corriente que pasa de ser “súbdito” con obligaciones a ser “ciudadano” con derechos y obligaciones.
3-     La figura de servidor público para el gobernante:
Aquí radica justamente otra de las transformaciones más trascendentes de la humanidad. Antes de Cristo, el que gobierna, además de ser adorado como un dios, decide sobre la vida de familias enteras. Un pulgar hacia arriba es vida y un pulgar hacia abajo, es muerte. El Hijo de Dios, en el nombre del Todopoderoso, instala el concepto de que viene a servir y no a ser servido. Para estar al frente, primero hay que aprender a servir e incluso morir por los demás.
4-     El amor como basamento del matrimonio:
Antes de Cristo, los matrimonios son arreglados para fortalecer los intereses económicos de las familias. El amor no cuenta sino que es un contrato entre familias donde la opinión de los contrayentes no importa. En todo caso el novio paga una dote por la futura esposa sin importarle que la chica este de acuerdo. El noviazgo no existe pero el cristianismo viene a aportar ese elemento vital para la felicidad en la sociedad después de Cristo. “Alégrate con la mujer de tu juventud, cierva amada, graciosa gacela. Que sus caricias te satisfagan en todo tiempo y recréate siempre en su amor”(Proverbios 5:18,20)
5-     Los derechos del niño:
En sociedades precristianas es natural que los padres sacrifiquen a sus hijos en honor a sus ídolos. Si nacieron con malformaciones, es normal que los niños sean sacrificados. Hoy vemos de nuevo una desvalorizacion de la ninez en sociedades musulmanas fundamentalmente, donde los chicos son usados como escudos humanos o sacrificados o vendidos como esclavos. Penoso. Sin embargo, con “dejad que los Niños vengan a mí porque de ellos será el reino de los cielos” se replantea la visión, despues de Cristo.
6-     La Gracia:
En el plano de nuestra relación con Dios, ya no vivimos bajo la Ley (10 Mandamientos) sino bajo la gracia (el perdón). No implica que debemos pisotear la Ley sino que desaparece el ultimátum: “La paga del pecado es la muerte”. Nuestra maldad ya no nos condena al veraneo eterno en el lago hirviente, si creemos que Jesús pagó nuestro rescate en la cruz.

domingo, septiembre 07, 2014

“No le des tus perlas a los chanchos”


“No echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen”. (Mateo 7:6) Esta es una expresión bíblica que se usa comúnmente como otra manifestacion popular y mundanal, tipo: “hablar con burros es recibir patadas”. Sin embargo “no le des perlas a los chanchos” tiene una connotación mucho más profunda y rica y un significado que nos ubica claramente ante la sabiduría que hay en el libro de los libros.
Para crear una perla, todo empieza con un granito de arena que se introduce entre los pliegues de una ostra. Ese elemento extraño, causa una herida en la carne del animalito. Le produce dolor y para protegerse de lo que le lastima, la ostra empieza a producir una sustancia llamada nácar que envuelve al granito de arena, causante de su molestia.
Todos sabemos lo que un pedregullo en el zapato nos hace sufrir pero no tenemos la capacidad de la ostra de generar nácar para rodear el pedrusco, eliminar sus perfiles cortantes y hacer más llevadera su presencia en el zapato. Sufrimos nomas hasta que en el momento más oportuno nos sacamos el calzado y expulsamos la piedrita. La ostra no tiene nuestra ventaja.

La ostra irremediablemente debe sufrir y generar cada vez más nácar para redondear la arenita y convertirla en una bolita que no hiere y que termina siendo la perla. Pero entonces, la perla es el producto de un enorme sufrimiento durante mucho tiempo. Es consecuencia de una prolongada irritación. Ciertamente le damos valor a la perla por su apariencia pero en la creación, esa belleza es la respuesta al sufrimiento.
Y todos sabemos que nada se conquista sin sufrimiento. Una perla es el resultado de una dificultad que costó dolor por un largo tiempo. El problema es que con frecuencia desperdiciamos lo que mucho nos costó, dándole nuestras perlas a los chanchos. Muchos ni siquiera tienen conciencia de que reciben una perla.

Pero el mensaje bíblico en la expresión que nos ocupa es que hubo alguien que como la ostra, sufrió estoicamente las heridas para darnos un tesoro más valioso que la perla, una fortuna que no hemos merecido. Envolvió las heridas que nosotros mismos le propinamos, con el nácar de su amor para regalarnos algo extremadamente más valioso porque tiene un valor eterno: La salvación, la eternidad gloriosa.