lunes, febrero 26, 2018

Contexto adverso para una reforma constitucional


Distintos sectores políticos alineados a la ideología de género miran a la Constitución Nacional como un potencial botín y estimulan un plan de reforma que en teoría apunta a dar firmeza e independencia a instituciones como la Justicia pero entre ceja y ceja tienen el propósito de abrir las vías para el aborto y una cultura de la muerte.
Enarbolando banderas pro justicia moderna -que necesitamos- esconden el hacha contra principios y valores que hoy protegen a nuestra sociedad contra la cultura de la muerte ¿El contexto es propicio para una reforma? Hasta la ONU exige cambios según una agenda que no coincide con el pensamiento mayoritario de la sociedad. Les dejo una reflexión sobre tan sensible tema.

A propósito de taxis y bitrenes


Don Jacinto tenía 43 caballos bien alimentados y en la tarea del cuidado de sus monturas, trabajaba toda la familia formada por su esposa Dora y sus hijos Jacinta, Marcela, Dorotea, Narciso, Pantaleón, Esculapio y Odilón. Aquella era una familia próspera de Posta Ybucuá donde había potros listos para seguir el camino de gente que iba desde Asunción hacia el sur o retornaba a la capital.
La posta de caballos era una actividad lucrativa pero nada indicaba que se aproximaban tiempos tormentosos para el sector. Corrió la voz de que el 12 de febrero de 1906 había llegado a Asunción el primer automóvil. Le comentaron a don Jacinto que era una especie de carro de hierro sin caballo. Preguntó de inmediato el estupefacto postero ¨¿y cómo se mueve esa carreta de hierro?¨.
El informante le dijo que tiene una especie de vapor como el tren pero no echaba tanto humo y que a diferencia de la locomotora, no necesitaba una vía sino que podía ir por cualquier camino nada más y nada menos que a 35 kilómetros por hora. La cara de preocupación de don Jacinto se ladeó hacia el pánico cuando le dijeron que el vehículo tenía varios caballos de fuerza y que probablemente en un futuro cercano sus servicios podrían quedar totalmente fuera de época.
¨¡Esto va a traer un gran perjuicio para nuestro país!¨bramó Jacinto y pidió a Pantaleón que pronto fuera a llamar a los demás propietarios de caballos de Posta Ybycuá. Ordenó a Odilón que se fuera de inmediato a llevar la mala noticia a Posta Leiva.
Lo cierto es que como resultado de aquella fatídica noticia de la llegada del primer automóvil al Paraguay, los dueños de caballerizas de zonas importantes lograron organizar una multitudinaria marcha caballar para la primera hora del 21 de febrero de ese mismo año.
No había salido el sol cuando a la altura de la iglesia de la Recoleta y sobre la amplia calle de tierra se había concentrado la ruidosa y polvorienta manada de caballos, burros y mulas (los burreros también se unieron a la protesta).Había una multitud de dueños de esa poderosa fuerza de tracción a sangre que alborotaron la ciudad con rebuznos, relinchos y gritos de un desesperado reniego contra el antipatriota ingreso al país de coches que prescindían de caballos y otros animales de tiro.
Los manifestantes se expresaban en guaraní contra la amenaza intolerable. Un grupo que se les había unido a última hora para darle fuerza a la manifestación, fue el de los fabricantes de ruedas de carreta (16 cuñas de madera y aro de metal). Carpinteros y herreros quedarían sin ingresos si permitían coches con rueda neumática.
¨¿A quien se le ocurrió ruedas de goma para caminos espinados?¨ se preguntaban los preocupados fabricantes de ruedas que venían a reclamar un decreto de prohibición de automóviles en Paraguay por ser contrario a los intereses económicos de numerosas familias. Exponían que esos coches iban a traer atraso y pobreza para nuestra nación.
El alcalde de Asunción salió a la calle a hablar con don Jacinto y los demás lideres de la protesta y les tranquilizó diciendo que hay solo 20 familias que tienen el cobre suficiente para pagar uno de esos vehículos ¨Dodge Brothers¨. Les dijo que mas bien eran para paseo familiar por la ciudad porque los caballos y la carreta paraguaya estaban diseñados para nuestros caminos.
La discusión no duró más de dos horas. Los karai guazú de la ciudad se retiraron a sus casas y los manifestantes esperaron hasta la tarde que sus animales se alimentaran de los pastos de la ciudad y abrevar en el arroyo Mburicaó cuyas cristalinas aguas balneables eran una de las maravillas de la ciudad.
(Cuento)