viernes, marzo 28, 2008

Extraordinario: Cantó Diego Torres pero el mensaje estuvo a cargo de un grupo de sordos


Escuchar que una canción sea interpretada por un coro de sordos, además de gratamente sorprendente resulta una experiencia aleccionadora. Más que eso, es difícil de explicar lo que uno siente porque al final queda impactado por la creatividad que rompe los límites de un arte y por la prueba irrefutable de que a veces nosotros mismos nos ponemos barreras mentales.

Y nos alegramos de que venga gente a recordarnos que siempre es posible ir más allá de los horizontes que podemos ver.

Lo cierto y lo concreto es que un grupo de la Asociación Paraguaya de Sordos, apareció en escena durante una reunión que organizó AVINA Asunción y mientras empezaban a sonar los acordes del tema Color de Esperanza, en versión de Diego Torres los que ahí estábamos, fuimos sorprendidos por una interpretación mímica de la canción.

Claro, el golpe de sorpresa le ayudó a dar mayor fuerza comunicacional a la actuación. Lo que Diego Torres nos decía con tanta belleza por los altavoces, los intérpretes en escena nos lo transmitían con una arrolladora fuerza expresiva, naturalmente cargada de mucha emoción que estimulaba además la carga emocional del público.

Extraordinario aprendizaje.

martes, marzo 25, 2008

Helio Vera pide al juez que Alfredo Stroessner comparezca como testigo. Se archiva el caso

Helio Vera ya era un periodista peso pesado en La Tribuna cuando yo debutaba en abc color. Una tarde cubríamos una sesión de la Cámara de Diputados y me dice: “Pucha esto se alarga demasiado y yo tengo un examen de derecho que no me lo voy a perder. Pasame el dato y cuando sea abogado te devuelvo la gauchada quitándote de la cárcel”. Acaban de avisarme que murió el amigo periodista y escritor y me acordé de esta anécdota que ahora les cuento sobre el Gran Helio.

Eran aproximadamente las 18:30 de un día de marzo de 1985. Como en la grilla de partida de una competencia de Formula 1 estaba yo en la tercera fila esperando la luz verde sobre la Avenida Mariscal López y Sacramento para salir acelerando hacia el centro de Asunción porque en ese entonces, la onda verde con el semáforo ubicado en Mariscal López y Venezuela se había desarticulado un tanto y si no se aceleraba, uno se encontraba con la luz roja.

Casi todos los automovilistas que usábamos esa vía lo sabíamos, así que cuando se prendió la luz verde, la jauría partió raudamente. Nada especial que comentar salvo que al pasar la curva que termina a la altura del Club Centenario, de improviso paró el tránsito.

Un agente policial que se encontraba justo frente al portón del Cente, alertado de que llegaba el Presidente Stroessner a un acto en el Club, paró en seco el tránsito que se manifestaba bajo condiciones de plena aceleración. El primer vehículo de mi andarivel, hizo chirriar las ruedas y paró; el segundo vehículo reaccionó sobre la marcha pero llegó tocarle suavemente al primero.

Yo era el tercero y aunque reaccioné sobre la marcha, embestí al de adelante y de inmediato fui embestido. En la batahola se produjeron otras embestidas, felizmente no muy violentas pero hubo un “hecho de sangre” que me involucró. El vehículo que venía detrás del mío, traía a un chico al lado del chofer (el padre) y al frenar y chocar, el niño salió despedido y se rompió el cuero cabelludo contra el parabrisas.

Unos días después, recibo la notificación judicial de que tengo una querella por daños y perjuicios en accidente de tránsito y otros presuntos delitos de lesión corporal. Curiosamente, en ese momento Helio y yo éramos compañeros de tareas en el Diario HOY y él ya recibido, ejercía la abogacía. Ya no existía La Tribuna y abc había sido clausurado por el gobierno. En HOY, Helio escribía los editoriales junto a otro prócer de las letras paraguayas, Nestor Romero Valdovinos.

“Llegó el momento en que tengas que sacarme de la cárcel” le recordé. Le entregué una copia de la notificación judicial y me preguntó cómo habían transcurrido los acontecimientos y me desafió “por qué no escribís una crónica abordando el accidente por el lado de que fue suscitado por el mismísimo Alfredo Stroessner”.

Hicimos un montón de bromas al respecto, incluso Romero Valdovinos echó leña al fuego acotando que sería una crónica consagratoria de características memorables.

Bromeaban con pasarle el dato al dueño del diario, el también mismísimo Humberto Domínguez Dibb quien –decían ellos- se plegaría de buena gana al abordaje informativo en desquite contra el suegro que lo trataba virtualmente a las patadas.

Lo cierto y lo concreto es que no habiendo dinero de por medio en el juicio (para el abogado defensor) habría que ser pragmáticos y como dijo Helio, “no hay que claudicar y esto lo tenemos que cortar por lo sano de entrada”.

Me dijo que al día siguiente pasaba por el juzgado que “entendía en la causa” para solicitar una nueva fecha de declaración indagatoria de “este sujeto”.

Redacté la crónica “Alfredo Stroessner propicia una cadena de accidentes frente al Club Centenario” y le entregué para que tuviera a mano los detalles. Al día siguiente fui a su oficina de abogado y le llevé copias del Parte Policial.

Para entonces había escrito un espectacular argumento sobre la incomprensible pretensión de un agente policial, de ignorar las leyes de la inercia para detener el tránsito de un modo imposible, presionado por la obligación de dar prioridad –contra las normas de tránsito- al vehículo presidencial que circulando desde el centro de Asunción, ingresaría al Club Centenario.

Hay que aclarar que quien en esas circunstancias cambia de dirección y dobla para ingresar al Club, debe dar prioridad a la circulación natural y esperar su turno.

Para rematar el escrito de la defensa, Helio Vera solicitaba al juez convocar a Alfredo Stroessner a declarar en carácter de testigo.

No se si la complejidad del caso así planteado hizo desistir al abogado querellante y su cliente pero lo cierto es que unos días después, Helio me indicó el restaurante donde quería celebrar el archivo inapelable del caso por parte del Juez.

Inteligente, profundo, exquisito, acaba de dejarnos uno de los más trascendentes paraguayólogos: Helio Vera.

Que Dios lo tenga en su gloria.