domingo, octubre 25, 2015

David, Gómez Verlangieri, el adulterio, Dios y nosotros

“Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: «Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita.» Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación,  así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David”. (Esto es relato bíblico)

El hecho es que David se aprovechó de su poder (era Rey) de la ausencia de uno de sus generales y se acostó con Betsabé –esposa de su general- y la embarazó. Más tarde hizo poner a Urías en posición de riesgo extremo en la batalla para que muriera y se apoderó de su viuda. Un acto vil y tremendamente perverso de David, siendo él varón dignificado por  Dios.

El intendente Gómez Verlangieri de Limpio protagonizó en estos días o al menos se divulgó un video que muestra un vínculo con una Betsabé de nuestros días, vale decir una mujer que no es la suya. David enfrentó tremendos problemas en su casa como consecuencia de su vida sexual desordenada. Casi no tuvo paz en su casa por ello, pero tuvo una virtud que hasta hoy día se reconoce y es su incomparable sometimiento y adoración a Dios.

Podría decirse de él que fue un ser tremendamente imperfecto en su comportamiento sexual pero incomparable en su fe, sometimiento a Dios y adorador ejemplar. Gran parte de los salmos que se incluyen en la Biblia le pertenecen. Poeta y músico, muchas de sus canciones apuntan a pedir perdón por sus actos, reconocerse pecador, clamar y hacer la voluntad del Creador a quien lo ama con todo su corazón, con toda su alma, lo ubica en primer lugar y reconoce ante Él su imperfección.

70 veces…

David es un ejemplo para nosotros en eso. Podemos ser absolutamente imperfectos y hasta de comportamiento perverso pero aun así, Dios nos perdona 70 veces 7. Gómez Verlangieri ha protagonizado un acto como David, en el ejercicio de su poder político y pagará las consecuencias por ello. Calé Galaverna protagonizó incidentes parecidos y paga o pagará las consecuencias por ello.

No conozco la vida privada ni de Calé ni de Gómez Verlangieri pero si ya no están solventando las consecuencias, las enfrentarán. Ni sombra de duda de que eso va a ocurrir. No me refiero a la justicia de los hombres. Estoy hablando de una justicia superior.

Me tocó recoger testimonios para una publicación cristiana. Un hombre —casado— que había cometido adulterio con varias mujeres, sufrió un proceso crítico en su vida y en ese trance se convirtió y aceptó a Jesús como su Salvador personal. Me narró –como prendiendo una luz a otros que como él adulteran sin conocer las consecuencias- detalles del alto costo que tuvo su desordenada vida sexual a pesar de que su esposa no tenía aparentemente noción de la situación.

Eso ocurre porque tal como está escrito en la Biblia, cuando una persona se une en matrimonio con otra del sexo opuesto, se convierte en una sola carne con Él o ella. Ya no hay dos personas sino son solo una. Uno cree que la unión física eso solo física y en realidad es mucho más que eso porque si bien bíblicamente se habla de una sola carne, en la versión original de las Escrituras se usa el término griego “soma” que tiene un sentido más amplio que meramente “carne”.

El problema surge cuando gua´u “en secreto” sos luego un solo soma con otra mujer. Y la otra mujer que ya fue un solo soma con otros hombres, aporta una infinidad de ingredientes somáticos que luego complican, confunden, tergiversan el ser una sola carne con tu esposa y el espíritu de tu esposa percibe que hay una adulteración, una corrupción al interior del matrimonio.

En el peor de los casos, si sos frecuentador de prostitutas, cuando seas una sola carne con una de ellas, serás una sola carne con ella y con los 423 tipos que antes estuvieron con ella. Tarde o temprano, tu vida será un desastre.

Soltemos la piedra de nuestras manos

Una mujer que había sido una sola carne con otro hombre que no era su esposo, estaba a punto de morir apedreada porque así establecía la Ley Mosaica. Pasaba Jesús por ahí, se enteró de la razón del alboroto y las personas que estaban dispuestas a cumplir la condena, escucharon al Maestro que les dijo lo siguiente: “Aquel que esté libre de pecados, que tire la primera piedra”.

Cada uno de los muchachos allí presentes, fue soltando la piedra que tenía en la mano y fue retirándose del lugar. Y a la mujer, el Hijo de Dios le dijo: “Ni yo te condeno. Vete y no peques más”.

Deberíamos dejar la hipocresía de lado y empezar la transformación de la sociedad no desde Gómez Verlangieri o Calé, sino desde nosotros mismos. Ya habrá pastores o evangelistas que se acercarán a ellos para  que se haga realidad eso que cotidianamente solemos declarar: “venga a nosotros tu reino”. Habrá ungidos que les llevarán el reino y ellos decidirán si ingresan o no.

Lo importante es que vos que estás leyendo, dejes simplemente de proclamar cotidianamente “venga a nosotros tu reino” y te sigas manteniendo afuera. Hay mucha gente lanzando piedras contra Gómez Verlangieri y las hay que están por lanzar una más y otra más. Nos encanta tirar piedras sin examinarnos a nosotros mismos y sin intentar siquiera liberarnos de nuestros errores y encarar una existencia libre de todo tipo de esclavitud, libre de nuestra cautividad de malas actitudes.

El poder terapéutico de aquel madero

Gómez Verlangieri o Calé, pagarán sus culpas pero si logramos que se acerquen a la cruz y vean que hubo uno que fue crucificado por sus errores, por nuestros errores, clavó en el madero nuestras maldades, lo reconocen como Salvador, tendrán el perdón de Dios y recibirán lo que —quienes creemos— recibimos de un modo inmerecido lo que viene a ser el más valioso regalo: la eternidad gloriosa que no es mérito nuestro, sino la manifestación del más portentoso amor que los seres humanos podemos sentir, por la incomparable misericordia de Dios.