Colach de fotos publicadas en los medios de Asuncion, Paraguay
Tiempo de
lluvias torrenciales y de crecidas de ríos y humedales. Tiempo de críticas a
los gobernantes. Tiempo de denuncias contra políticos que buscan utilizar
recursos públicos –el dinero de todos- para encumbrar sus figuras o la de sus
partidos, con fines electorales.
El alto índice
de damnificados, es también consecuencia de la corrupción de los gobernantes
que no han sido serios ni patriotas. Un país de apenas 6 millones, absolutamente
manejable y capaz de albergar equitativamente a todos, no tiene espacios para
un montón de gente porque en el campo principalmente, unos pocos se tragan la
riqueza que este país es capaz de generar.
Este también
es tiempo de pedidos de ayuda que desbordan los recursos disponibles y tiempo
de mendicidad desbordante: Tiempo en que se escucha esta breve conversación:
-Ven te
ofrezco un trabajo como jardinero
-“No, si yo soy un damnificado” como diciendo no tengo por qué
trabajar sino que simplemente recibir ayuda. Distorsionan el mandato divino de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”
y lo interpretan a su manera como “ganarás
el pan con el sudor del de enfrente”.
Cambalache
Tiempo de exaltación
de la solidaridad pública, de grupos bienintencionados que recogen ayuda para
los que necesitan. Tiempo de los cínicos que dicen: “a mí nadie me ayuda, que
trabajen esos haraganes”.
Y
ciertamente es tiempo en que algunos se avivan y piden dinero en vez de ayuda
material para transformar lo metálico en líquido embriagador. Es tiempo de crecida en el que se manifiesta
lo mejor y lo peor de cada uno y como dice Enrique Santos Discépolo en su
inolvidable “Cambalache”. “Todos revolcados
en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseados”.
Y en ese
remolino de denuncias, críticas, pedidos de socorro, ayuda solidaria, en unos días
más, tal vez habrá peleas entre vecinos de los barrios invadidos por gente que huyó de
las aguas.
No hay baños en las veredas y barrios enteros probablemente apestarán para sufrimiento de gente que en la altura, en los primeros días muestra su amor, hasta que la falta de infraestructura sanitaria, libera sus hedores.
No hay baños en las veredas y barrios enteros probablemente apestarán para sufrimiento de gente que en la altura, en los primeros días muestra su amor, hasta que la falta de infraestructura sanitaria, libera sus hedores.
En crecidas anteriores los hurtos se incrementaron mientras duró el problema. Son muchas las familias que han debido correr a las alturas donde irremediablemente ocurrirán bajuras. Hay que estar preparados, con la paciencia templada, el corazón fortalecido y el espíritu predispuesto para implorar por la calma que viene de Lo Alto.
Por que tuvieron que venir?
Porque además
podemos percibir que hay gente que en el campo, cultivando la tierra, un día
fue expulsada de su tierra prometida y ha tenido que emigrar a poblar el cinturón
marginal de la gran ciudad y apenas encontró un rincón ya sobre el lecho del
rio.
Terrenos anegadizos que no eran propicios, fueron habitados y los políticos que debieron evitarlo, prefirieron ser concesivos a cambio de votos o dinero.
Terrenos anegadizos que no eran propicios, fueron habitados y los políticos que debieron evitarlo, prefirieron ser concesivos a cambio de votos o dinero.
Porque,
finalmente los hombres somos pequeños ante la furia de los elementos, no es de extrañar
que pronto surgirán los que dirán: “Si Dios existe, ¿por que permite estas
desgracias?” y no entenderán que Dios les estuvo esperando siempre y nunca
acudieron, y hace años que no escuchan su palabra.
¿Y no será que
en este tiempo en que intentamos bloquear su proyecto de sustentar la sociedad
sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, el agua busca lavar nuestro
torcido entendimiento, y ese es el mensaje?
No!, dirán de inmediato los cientificistas, pues esta es una manifestación de las fuerzas que gobiernan la atmosfera y sobre las que –según creen- Dios no tiene soberanía.
No!, dirán de inmediato los cientificistas, pues esta es una manifestación de las fuerzas que gobiernan la atmosfera y sobre las que –según creen- Dios no tiene soberanía.
La tiene. Es
su creación.
Vemos que los
medios simplemente abordan por el lado de la huida del agua y su problemática.
La anécdota del problema domina la historia y sin embargo hay un fenómeno para
abordarlo desde una perspectiva más profunda y amplia.
De partida, entendamos que
muchos, la gran mayoría de los que hoy son golpeados por el agua, debieron estar en otro lugar. No en la ribera anegadiza.
Hubieran
sido prósperos agricultores, exitosos y felices productores y explotadores del más
grande supermercado que Dios nos ha regalado: la fértil tierra paraguaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario