viernes, septiembre 11, 2015

La vida privada del Presidente, es de interés público

Con el escándalo Clinton-Lewinsky quedó claro que un jefe de Estado no tiene vida privada. Todo lo que hace, refleja su estilo, su personalidad, su compromiso. El hecho de que una nación sea potencia mundial o no, no cambia las cosas. Lo que el Presidente haga o cómo viva el Presidente, importa a todos.
No se trata de burlarse de situaciones que pueda enfrentar quien gobierna la nación sino de preservar que no existan factores distractivos que eventualmente podrían torcer sus decisiones. En una sociedad como la nuestra en la que siempre estamos prestos a tirar la primera piedra, debemos reconocer que a los últimos presidentes colorados, les ha costado gobernar el país.
Es todo un tema de estudio pero apartar los objetivos nacionales de la maraña de intereses sectoriales, familiares y personales del interior partidario, ha sido una permanente e intensa lucha de presión y contrapresión que ha acabado con la salud de los jefes de Estado.
A pesar de lo que como consecuencia del canibalismo político pueda decirse, hay un proceso equilibrado en el Paraguay que tiene sus manifestaciones más notorias en la inflación moderada, el crecimiento económico razonable en un problemático contexto regional y mundial. Hay una interesante dinámica de inversiones foráneas en nuestro país y somos referentes internacionales en varios rubros al punto de darse hechos casi inexplicables como el envío de reses por avión con el propósito de replicar el éxito ganadero paraguayo de la manera más fiel y rápida posible.
Debemos cuidar este proceso y ello implica cuidar a nuestro Jefe de Estado. Es contraproducente y peligroso destruir procesos. Ya sabemos los costos de interrumpirlos. Nos distraen, nos frenan, nos estancan.
Cuando se trata del Presidente de la República y sabemos que hay buitres a su alrededor; personas que se acercan al poder para obtener beneficios, es un riesgo que con astucia, ellos aprovechen el momento de vulnerabilidad para hacer firmar un decreto favorable, por ejemplo. Por eso es que la sobriedad de un político, es de interes público.
Podemos entender las enormes coacciones y tentaciones que acosan al administrador de la República pero todos debemos contribuir a que su labor no sea insalubre. Cuanto más paz tenga, mejor gobernará. Sin embargo, es preciso que se empiece por el lado del Presidente y su familia.
Que el mismo esté rodeado de asesores correctos y que la ciudadanía tenga la información de que si enfrenta dificultades de salud, el Presidente ha decidido enfrentarlas de un modo serio. Es de ese modo que andaremos el camino correcto.
El camino que todos queremos para la nación.

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