Protestas: Cárguese de paciencia ante los procedimientos desleales para causas nobles

Los profesionales de la salud quieren ganar más y está bien. Las maestras desean incrementar sus ingresos y está bien. El problema radica en que los médicos paran y hacen sufrir a pacientes y familiares que no les podrían resolver el problema y los maestros, condenan al desorden estudiantil de sus alumnos. Todos lo hacen para presionar a las autoridades embromando a inocentes. Las demandas corporativas se han vuelto perversas.

Obreros y taxistas, cañeros y pescadores, portuarios y enfermeros con sus bombos y sus bombas. El centro de Asunción se convirtió en estos días en un verdadero drama por la cantidad de reivindicaciones que distintos sectores sociales realizan. Las causas son nobles, los métodos, infames.
Marchas por el centro de la ciudad para provocar un caos en el tránsito son realizadas con frecuencia; gente que acampa en las plazas sin que estas estén sanitariamente diseñadas para ello, viene a ser son otro de los recursos utilizados por los reivindicadotes y como los destinatarios de tales protestas son ministros, presidentes, parlamentarios o jueces, ninguno de ellos sufre la presión como sufre la gente de la calle.
En los hospitales, los pacientes son obligados a acompañar las protestas y allá van con sus bolsos de sueros y mangueras; sus agujas hipodérmicas a cuestas a unirse a las protestas.
Ayudan a darle una visual más dramática a la protesta “a ver si impresiona más a los que deben resolver el problema y no escuchan las demandas”.
La prisa de trámites o de gestiones en el centro, se va al tacho de basuras cuando hay una manifestación y uno queda atrapado en el tránsito sin poder avanzar ni retroceder y capta muy bien la idea de que uno es entonces parte de la protesta. Así reviente de los nervios.
Y uno que no es ni parte del problema ni parte de la solución, debe escuchar que por el contrario, es parte del problema y de la solución porque de lo contrario es un hijo de puta indiferente. Un frío insensible, un apático socialmente incorrecto. Un idiota displicente despojado de sentido social.
Si usted queda atrapado en el tránsito sin poder cubrir sus vencimientos y se le acaba la hora, debe sufrir estoicamente la situación porque no es el caso de echarle llave al coche en medio de la calle y caminarse hasta la ventanilla del banco.
Es difícil ser un simple ciudadano y si usted circula por una ruta que de improviso se clausura porque así lo dispuso el pueblo unido, tómese un pacientol compuesto con vitamina C y vea el modo de gastar el tiempo en algo útil.
El presupuesto público para el año que viene está por definirse y hay que aguantar con el adicional de entereza y estoicismo como consecuencia de que es tiempo preelectoral y hay que presionar más de la cuenta para obtener promesas políticas, la mayor de las veces promesas fáciles.
Aguántese la plaza maloliente, contribuya a la comida del huelguista, soporte con sonrisa el tránsito atascado, aprenda pues a ser un moderno ciudadano.