Con pesadumbre leemos hoy en los medios que la Municipalidad de Asunción debe hacer un préstamo de 10 millones de dólares para pagar aguinaldos a 7.132 funcionarios. Ese dinero debió salir de las recaudaciones pero ya no alcanzan. Todo, porque hay que mantener un descomunal plantel 10 veces mayor del que realmente la Municipalidad de Asunción necesita.
El gran problema del sector público paraguayo es el clientelismo político que se manifiesta de este modo: Asume un nuevo gobernante y trae a un numeroso equipo de simpatizantes como empleados públicos. Pocos se van con él cuando concluye su ciclo.
Luego, cuando llega el siguiente gobernante, continúa sumando funcionarios o directamente planilleros (gente que figura en la planilla de sueldos pero no trabaja) y llegamos a un cuadro perverso como el que informan hoy los medios:
Penosamente, la Junta Municipal debió aprobar un préstamo de 10 millones de dólares para cubrir gastos que debieron ser saldados con las recaudaciones de impuestos.
No hay dinero de los contribuyentes que alcance. Son justamente estos vicios políticos los que arrastran luego a los países a la bancarrota como ahora vemos que acontece con Grecia y otros países europeos y se habla incluso de la probable desaparición del Euro porque la locura de aumentar el gasto público más allá de lo sustentable puede arrastrar al precipicio a la moneda común europea.
Falta sensatez en la clase política a la que le interesa alcanzar el poder, no para hacer el bien sino para disfrutar de las mieles del poder en beneficio de grupos y correligionarios.
La ciudadanía se convierte así, simplemente en un pretexto, una herramienta para alcanzar ese poder. Luego sufre las consecuencias.
En un acto de oportuna sabiduría, la revista norteamericana “Time” nombró al ciudadano manifestante o “indignado” como el Hombre del Año. Se trata de un homenaje a los hombres y las mujeres de todo el mundo, que derribaron gobiernos y llevaron un sentido de democracia y dignidad a gente que no lo tenía antes. Gente que ya está cambiando y que cambiará la historia en el futuro.
Muy bueno.
El gran problema del sector público paraguayo es el clientelismo político que se manifiesta de este modo: Asume un nuevo gobernante y trae a un numeroso equipo de simpatizantes como empleados públicos. Pocos se van con él cuando concluye su ciclo.
Luego, cuando llega el siguiente gobernante, continúa sumando funcionarios o directamente planilleros (gente que figura en la planilla de sueldos pero no trabaja) y llegamos a un cuadro perverso como el que informan hoy los medios:
Penosamente, la Junta Municipal debió aprobar un préstamo de 10 millones de dólares para cubrir gastos que debieron ser saldados con las recaudaciones de impuestos.
No hay dinero de los contribuyentes que alcance. Son justamente estos vicios políticos los que arrastran luego a los países a la bancarrota como ahora vemos que acontece con Grecia y otros países europeos y se habla incluso de la probable desaparición del Euro porque la locura de aumentar el gasto público más allá de lo sustentable puede arrastrar al precipicio a la moneda común europea.
Falta sensatez en la clase política a la que le interesa alcanzar el poder, no para hacer el bien sino para disfrutar de las mieles del poder en beneficio de grupos y correligionarios.
La ciudadanía se convierte así, simplemente en un pretexto, una herramienta para alcanzar ese poder. Luego sufre las consecuencias.
En un acto de oportuna sabiduría, la revista norteamericana “Time” nombró al ciudadano manifestante o “indignado” como el Hombre del Año. Se trata de un homenaje a los hombres y las mujeres de todo el mundo, que derribaron gobiernos y llevaron un sentido de democracia y dignidad a gente que no lo tenía antes. Gente que ya está cambiando y que cambiará la historia en el futuro.
Muy bueno.
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