¿Qué es tercer mundo? El tercer mundo es un lugar del
planeta donde la gente se pelea por el fósil de un perezoso gigante y quiere
usarlo como moneda de negociación de permisos para explotación de cantera
calcárea. No es completa la definición pero lo que ha ocurrido en la zona de
San Lázaro, al norte del Paraguay es particularmente interesante.
En una gruta descubrieron hace un tiempo el fósil del
perezoso y la comunidad científica intentó extraerlo para analizarlo y
exponerlo en un museo de Asunción, capital del Paraguay. Las autoridades
locales dijeron “el fósil es nuestro y queremos que se exponga en el Palacete
Municipal”.
Los científicos dijeron que no era el lugar adecuado pues
necesitaba cierta infraestructura y además era un lugar apartado para su
exhibición. Los municipalistas se ofendieron y lucubraron que otros querían
obtener los beneficios de la exhibición
y se plantaron. El fósil es de San Lázaro y de aquí no saldrá. Quien quiera ver
el fósil que pague y venga, fomentamos el turismo a San Lázaro. Así será reviente
quien reviente.
La convicción y firmeza de la proclamación de tales derechos
hizo que los científicos se retiraran y gestionaran el apoyo institucional para
ir a rescatar los huesos del perezoso cavernario contra el fanatismo de las
autoridades de San Lázaro que tenían al pueblo de su lado.
También hubo otra disputa que tiene que ver con la intención
de explotar un yacimiento de cal en la zona. Los empresarios dueños del
yacimiento donde se encontraba el perezoso, plantearon entregar su deseada
osamenta a cambio de la licencia ambiental para extraer cal.
El trato planteado era: industrializamos la piedra caliza y
ustedes se llevan el fósil. No hubo trato y el perezoso continuó su siesta en
la cueva esperando tiempos mejores.
Cuando por fin los científicos contaban con el amparo legal
e institucional para proceder en nombre de la ciencia, el conocimiento y la
humanidad, fueron con todo el equipamiento necesario, descendieron a la oscura
cueva y se encontraron con que el fósil ya no estaba.
La mayoría de sus huesos había desaparecido y nadie sabe si
fueron los mineros o las autoridades municipales, los responsables del hecho.
Hay una usina de lamentaciones porque una riqueza científica
está desaparecida y cada quien expone su punto de vista. La opinión pública
está dividida en cuatro: los que apoyan a los científicos, los que apoyan a la
comunidad de San Lázaro y los que consideran que el propietario del terreno
también tiene sus legítimos derechos.
Hay un cuarto segmento que considera que la nación tiene
otras cuestiones más importantes de que ocuparse que venir a lamentarse por
unos huesos carcomidos por el tiempo.
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