Esta reflexión la hago luego de que el mundo siguiera de cerca la entrega de premios de la FIFA, un acto realizado en Zurich y en el que por cuarta vez, Lionel Messi recibió el “Balón de Oro”, rodeado de futbolistas de talla histórica que también pretendían el reconocimiento y por qué no, se lo merecían.
El futbol ha cobrado trascendencia desde el pedestal de
dinero y negocios que moviliza, uno diría que contra toda racionalidad.
Jugadores que entre contratos con sus clubes y con marcas que promocionan ganan
arriba de 30 millones de dólares anuales y eso acontece mientras las finanzas
generales muestran saldos rojos. Irracional.
Pero no venimos aquí para hacer un balance económico sino
que a señalar que los premios deben existir y que a nivel país, en Paraguay
somos ingratos con quienes ponen de su parte mucho más de lo que se les puede
exigir para que otros puedan tener oportunidades. No hablo de fútbol sino que
de la existencia misma.
Es cierto que en la vida, aquellos que son mejores y se
esmeran por rescatar a otros de su estancamiento y hacer que levanten la mirada
porque hay un mundo mejor que está al alcance si hay ganas, fe y esfuerzo; no
lo hacen con un criterio guiado por el marketing.
Las banderas que enarbolan son invisibles y sus triunfos
resuenan pero en la interioridad de los corazones y no en las portadas de los
diarios. Sin embargo, como sociedad estamos necesitados de tener referentes que
nos catapulten hacia sitiales de relevancia en todos los órdenes, más aún en
estos tiempos en que estamos inundados de íconos negativos.
Nos toca a nosotros rescatarlos de esa situación de inadvertencia,
invisibilidad, humildad. Sepamos reconocer a los héroes civiles que luchan y
conquistan sin reconocimiento alguno.
No es justo y mucho menos conducente "premiarlos" con la indiferencia.
RECONOCER, VALORAR Y DIVULGARLO BASTANTE COMO UN BUEN EJEMPLO PARA LAS CRIATURAS - ASI DEBEMOS SER
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