Siete pasajeros a bordo (pueden ser 8 según la contextura física) y todos sentados, techo metálico, amplia ventilación, itinerario ajustable y servicio de espera para compras rápidas. El nuevo servicio de transporte colectivo ha empezado con éxito pero en silencio y promete revolucionar el mercado.
El mundo es de los intrépidos. Eso lo demuestra un hombre
que resolvió acometer una iniciativa que venía girando en su cabeza. Empezó con
un triciclo-carguero pero por sugerencia de los pasajeros, le ha soldado un
techo metálico que aún está a prueba. La próxima lluvia dirá si el diseño es
correcto y suficiente o debe incorporar modificaciones sustanciales.
Lo importante es que el proceso está en marcha. El
itinerario es ajustable y solidariamente los pasajeros pueden congeniar desvíos
según convenga a uno de ellos. En ese marco de mancomunidad, uno de los
pasajeros pide un tiempo para comprar leche para la familia y sin contratiempos
el colectivo estaciona para ello como se lo mostramos aquí, frente al local de
expendio.
Surgirán las críticas pero es natural que los innovadores se
enfrenten a los incrédulos. Ocurre en todos los sectores. He aquí pues, una
solución paraguaya para problemas de movilización ciudadana.
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