Salió a luz
una “picada de asado con mandioca” entre el Presidente Horacio Cartes y un
grupo de periodistas. El tema central tenía que ver con un viral desencuentro
entre el gobierno y los medios en un contexto distorsionado que no sirve a los
intereses de la nación. Los intentos por corregir el “teléfono cortado” que
hace que los gobernados no entiendan ni capten correctamente lo que el gobierno
hace, han estado fracasando, pero, es momento de iniciar un debate serio sobre políticas
públicas de comunicación, más allá de meros bocaditos salados.
Es preciso
que se piense en un trabajo con los medios comerciales, entendiendo que ellos
tienen su propia agenda alineada a los intereses de sus dueños en otros
negocios y con objetivos comunicacionales que tengan que ver con medios públicos
y medios no comerciales. Es diabolico que porque fallan los canales comunicacionales, el ciudadano no comprenda lo que esta pasando en el país.
Con el
Congreso en contra, con Luis María Argaña en su contra, Lino Oviedo en su
contra, su propio vicepresidente Ángel Roberto Seifart y la prensa en su contra, Juan Carlos Wasmosy
vio que tenía todas las condiciones para que se organizara un golpe que podría ser
militar o parlamentario o judicial para apartarlo de la presidencia y entendió
que era prioritario y necesario tener un equipo asesor de prensa que le
gestionara ese frente.
Habló con
Carlos Saúl Menem y le prometió ayudarlo con su equipo asesor mediático pero debía
poner demasiados miles de dólares para que el avión aterrizara en Asunción
con el plantel asesor. Prefirió un equipo asesor local y se organizó aquel
equipo y fui parte. La prensa se encargaba de publicar la podredumbre del
gobierno y lo que particularmente a mí me llamó la atención fue la podredumbre
de la prensa, de esa misma prensa en la que yo había estado.
Periodistas
de la más alta alcurnia y del más respetado perfil, ya fueran de televisión o
radio, andaban exigiendo publicidad estatal para sus programas. El gancho era
cuestionar al gobierno para “luego negociar” y el tema, era que el descomunal
presupuesto comunicacional del Estado, no era manejado con un criterio de
Estado sino que bajo un concepto feudal.
ANDE, Corposana (en aquel tiempo aún
era Corposana), Itaipu, Yacyreta, etc., etc. Usaban sus presupuestos, no para
comunicar gobierno o Estado, sino para comunicar la figura de sus autoridades.
El dinero público,
presupuestado para comunicación de los entes estatales, servía para promocionar
políticamente la figura de los administradores del ente. Naturalmente los entes
con más presupuesto en comunicación, tenían a sus administradores como figuras políticas.
Se catapultaban de ese modo con nuestro dinero, por conducto de programas “respetables”
de televisión y radio. Los gastos en prensa escrita eran diferentes.
Surgió
entonces la necesidad de revisar el presupuesto público para comunicación a fin
de darle un manejo orgánico, según las necesidades del Estado y no según las
necesidades coyunturales y personales del administrador de turno, del Ente. No fue posible, no hubo caso. Implicaba
encarar una reingeniería presupuestaria y las fuerzas que se oponían a que cada
ente renunciara a su soberanía de gastos (¿soberanía de gastos?) eran
poderosas.
Unos años después,
con financiamiento del PNUD, me tocó trabajar para el gobierno de Fernando Lugo
en comunicación desde la Secretaria de la Función Pública. Augusto Dos Santos
desde la SICOM estaba haciendo un esfuerzo encaminado a darle un manejo de
Estado al presupuesto comunicacional de los distintos entes. Se organizó el
ECOE (Equipo de Comunicadores del Estado) y se trabajó con una visión moderna
de política comunicacional.
El propósito
era evitar continuar con el esquema del uso de dinero público en beneficio de políticos.
La Asunción de Federico Franco, acabó con aquel pensamiento y vemos que hoy
Horacio Cartes sigue preocupado porque el poderoso equipo de comunicación que
tiene a su cargo desde las distintas oficinas de prensa del gobierno, no
cumplen con un cometido esperado y deseado. Lo que su gobierno realiza y quiere
hacer entender al público, no es entendido ni publicado.
Su estrategia
es almorzar con periodistas. Tengo serias dudas de que funcione en el mediano
plazo. Por lo que he visto y aprendido, Fernando Lugo al menos intento tener
una TV del Estado por la que pudiera editar informativos de alto nivel. Primero
que su iniciativa fue torpedeada por la prensa comercial que veía una competencia
indeseada y luego, le serrucharon la silla.
Faltan politicas publicas de comunicación
El país está
necesitado de mucho más que una “picada de asadito con mandioca”. Hay que
blanquear, limpiar, sanear el presupuesto comunicacional del Estado que ha ido
engordando para que los políticos –administradores de turno- los manejen con propósitos
personales. En el ECOE o lo que queda de él, hay conocimiento, experiencia e
ideas para encarar un plan. Lo que no hay es poder pero si se quiere, se puede.
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