jueves, diciembre 04, 2014

¿Puede la religión desencadenar la pobreza de una sociedad?


De entre los países que integran el mundo desarrollado, creo que es Italia el único que tiene una población dominantemente católica. Luego uno se fija y nota que la mayoría tiene una tradición protestante y entre los países emergentes, Corea viene avanzando con gran ímpetu y la explicación radica en el poderío de su evangelización (“Milagro del Rio Han”).

Pensadores coreanos han señalado que el sustento del impresionante desarrollo económico de su país, estriba en el florecimiento del cristianismo, en el sentido de lo que Max Webber escribió en su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. En resumen, seria la explicación de cómo la Biblia –palabra de Dios revelada a los hombres- insufla confianza y un sentido de poder que lo vuelve vencedor a uno en un marco de solidaridad, laboriosidad, fe, confianza.
Pero entonces, la pregunta es ¿y los católicos acaso no son cristianos y aplican los mismos valores? Curiosamente, católicos y protestantes creen en el mismo Dios pero aplican reglas diferentes. Unos, basados en la Biblia y otros, basados en una mezcla de creencias diversas, tradiciones, Biblia, humanismo secular y “mi papa luego ya hacía así” y “a jopyta chupe che aikuaahaisha”(“lo hare a mi manera”).
De un lado, hay gente que escucha el mensaje o lo lee: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque caminare a tu lado a donde quiera que vayas”, , “el que lucha como atleta no es coronado si no lucha legítimamente”, “prestaras a muchas naciones y no pedirás prestado”, “No te dejare ni te desamparare, no te apartes ni a diestra ni siniestra de lo que te mando y prosperaras en todo lo que emprendas”.
Imagínense como los coreanos fueron adelante en 50 años, escuchando un mensaje vencedor de ese tipo, sintiendo el máximo poder de su lado.
En vez del “levántate y anda, gana el pan con el sudor de tu frente”, del otro lado sin embargo el mensaje tiene que ver con la “opción preferencial por los pobres”. Ahí el mensaje cambia. Ya no es, “no tengas miedo” sino que “pobrecito anga”. En vez de levántate, gana el pan con el sudor de tu frente, se escucha “aichiyaranga”.
Se implanta la cultura del “aichiyaranguismo”. El fatalismo se apodera de la mente y sobrevienen los pensamientos derrotistas: “pero cuaaaaaando pico lo que vamos a superaaaaaarnos”, “nuuuuunca luego vamos a poder”, “araka’eeeee pio”.
 Todo esta craneado perfectamente para llevar a la gente a un plano de destrucción.
¿Cuál es la solución?, San Expedito, la virgencita o sea, la idolatría. Ellos no tienen la “más mínima” posibilidad ni de solucionar ni de interceder a nuestro favor, porque están muertos y no han resucitado. Hay uno solo que lo hizo y está vivo y al lado de quien lo recibe.
Como ellos no pueden resolver, la gente cada vez más recurre a la santería diabólica, los “profesores”, los “mentalistas”. El “Profesor fulano”, astrólogo, mentalista, tarot, alta magia, unión de pareja, endulzamiento, liberación de casas, personas y negocios. O sea, el precipicio.
Todo, porque se desoyó el mensaje de quien es la verdad, el camino y la vida. La gente va por otros caminos que no son los indicados y por ceguera, se pierde. El ejemplo claro de lo que ocurre cuando se entiende el camino, son los menonitas. Un enclave de primer mundo, rodeado de tercer mundo. En un mismo espacio geográfico paraguayo, conviven los dos ejemplos para comparar quienes están en lo correcto y quiénes no.

Todo lo demás, es lo de menos.

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