Que seres humanos, en los últimos 2 mil
años, erróneamente, invocando a Dios
cometieron asesinatos, tropelías, locuras, no se puede negar. Sin embargo
tampoco se puede ignorar que las matanzas en serie perpetradas por los ateos, a
pesar de que son superiores en crueldad y cantidad, parecen resultar menos
escandalosas ante amplios sectores de opinión pública que las muertes que se
perpetraron bajo banderas religiosas.
Steven Pinker, sicólogo ateo, escribe que
“las religiones nos han dado lapidaciones, quemas de brujas, inquisiciones,
yihads, fetuas, terroristas suicidas”. Expone además que los humanos creen que
Dios les ordena “apedrear prostitutas, ejecutar homosexuales, asesinar herejes
e infieles, lanzar protestantes por las ventanas y estrellar aviones contra
rascacielos”.
Curiosamente, Jesús ha tenido pronunciados
desencuentros y disputas con los religiosos, principalmente fariseos y
saduceos. Si hoy estuviera entre nosotros, los seguiría teniendo porque hacen hincapié
en lo ritual, lo externo y desdeñan lo trascendente de una buena relación con
Dios y de estar a cuentas con El, tener conformado nuestro carácter conforme a
sus propósitos. Y para ello leer y meditar sobre su palabra.
Jesús llegó a calificar a los religiosos
como “sepulcros blanqueados”, vale decir impecables por afuera pero por dentro,
llenos de podredumbre. Tan profundas eran las diferencias que el Hijo de Dios
tuvo con los religiosos que nada menos que el Sumo Sacerdote de aquel tiempo en
su tierra, Caifás, fue el que impulsó su crucifixión.
Stalin, Mao, Hitler y demás
El apologeta Dinesh D’ Souza, apunta por su
lado que la Rusia Comunista, la China de Mao y la Alemania Nazi, exterminaron
gente en cantidades astronómicas. Dice que Stalin fue responsable de la
desaparición de unas 20 millones de personas por la vía de asesinatos en masa,
campos de concentración, pelotones de fusilamiento, inanición y otros métodos.
Citando el libro “Mao: la historia
desconocida” escrito por Jung Chang y Jon Halliday, expone que el líder oriental
acabó con unas 70 millones de personas entre 1950 y 1976. Los números de Hitler
palidecen ante los de los otros dos, con 10 millones de asesinatos, 6 millones
de ellos, de judíos.
En esta tétrica estadística, no se incluyen
matanzas de otros ateos tiranos menores como Khrushev, Lenin, Pol Pot, Kim
Jong-Il y ahora su hijo o Ceasescu pero digamos que se calcula que el líder de
los Khmeres Rojos, asesinó a cerca de 2 millones de adversarios en Camboya,
desde 1975 a 1979.
Estamos hablando de ateos antirreligiosos
que opinaban que las religiones son el opio de los pueblos y que prohíjan
personas violentas, criminales. Cuesta entenderlo pero eso dijeron y actuaron
de un modo escandalosamente criminal.
Pero si los líderes ateos que hemos
mencionado liquidaron a más de 100 millones de personas, solamente en el último
siglo, es bueno ver cuantos murieron durante las Cruzadas, la Santa Inquisición
y la quema de brujas, vale decir, muertes atribuidas a religiosos. Los datos
disponibles dejan entrever que dichos acontecimientos luctuosos encarados por
fanáticos religiosos, acabó de una manera penosa con la vida de unas 200 mil
personas.
Bajo ningún sentido trato de hacer una
exposición victoriosa porque solo 200 mil murieron sino que subrayo de qué
modos, el “otro fanatismo”, el ateo, ignora o minimiza de un lado y magnifica y
escandaliza del otro, la conducta humana pero sobre todo a los efectos de dejar
sentada la falsedad de que Dios es fuente de maldad, conflictos, muerte. Dios
es el dador de vida, el creador de la vida.
En todo caso, el hombre, apartado de los
mandatos de Dios –sea religioso o ateo- escribe páginas negras en la historia de
la humanidad.
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