lunes, febrero 27, 2006

Comercio Justo abre oportunidades a pequeños productores paraguayos


Trece organizaciones promotoras del desarrollo de pequeños productores articulan en Paraguay una acción encaminada a difundir, capacitar y aplicar los principios del Comercio Justo en beneficio de sectores socioeconómicos menos favorecidos. La equidad (de género, precios), la calidad y el cuidado del ambiente son pilares del proceso que apunta a construir una sociedad mejor, señala Gabriela Freers. Ella lidera la iniciativa no sólo en nuestro país ya que integra la cúpula del capítulo latinoamericano de la Asociación Internacional de Comercio Justo (IFAT).
El propósito es canalizar el influjo constructivo del equitativo esquema comercial hacia sectores emprendedores paraguayos que de ese modo fortalecerán su capacidad de proyección. Felizmente en países desarrollados está creciendo una nueva conciencia entre los consumidores dispuestos a pagar más por un producto con el sello de Comercio Justo. Entienden que de esa manera su dinero ingresa a un circuito de negocios que generan justicia socioeconómica.
“El mundo sería mucho más alegre, más feliz si se aplicara a una escala mayor el Comercio Justo. La gente disfrutaría más de la vida y no existirían los grandes desniveles socioeconómicos que hoy existen”, expone Gabriela Freers que desde Areguá dirige la organización Estación A, Núcleo Central que trabaja en la promoción artesanal en la Cuenca del Lago.
Pero en un plano más amplio de liderazgo, ella es vocal para desarrollo de mercados en el directorio de IFAT Latinoamérica (The Internacional Fair Trade Association) Cuenta que buscando mercados externos para artesanía paraguaya dos años atrás, casi accidentalmente se encontró con el tema del Comercio Justo. Hizo averiguaciones por Internet y entró en contacto con la citada organización internacional.
A partir de ahí su vinculación con el tema fue creciendo aceleradamente y lidera ahora la articulación de acciones para la aplicación de los principios del Comercio Justo en nuestro país. Entre las organizaciones que integran el esfuerzo en Paraguay, además de Estación A Núcleo Cultural, están Alter Vida, Corporación REMA, Aravore, Takuara Rendá, Vice Ministerio de Cultura, BASE ECTA, Fundación Emprender, La Incubadora-Fundación Paraguaya, Oñondivepa, FUNDECA, Instituto Paraguayo de Artesanía.
“El hecho de conocernos muchos de los líderes y reconocernos facilita enormemente la articulación. Hay una trayectoria y alianzas anteriores que implican ya un camino andado con muchas de las organizaciones”.
Las primeras exportaciones han empezado y este año unos 4 mil pequeños productores de sésamo, vendieron por un valor superior a los 700 mil dólares a Holanda y Gran Bretaña, por conducto de la Fundación par el Desarrollo Campesino (FUNDECA) que espera duplicar sus envíos el próximo año.

Capacitación
Las trece organizaciones, a las que se irán sumando otras, fomentarán la capacitación de sociedades civiles y productores sobre como trabajar en el marco de Comercio Justo que implica hacerlo, sus principios y como acceder a una membresía de organizaciones como IFAT y otras que son verdaderas redes globales que operan articuladamente.
Por ahora es fundamental difundir en Paraguay los criterios, el modo de operación y las ventajas que brinda ser parte del gran propósito. “La palabra solidaridad es clave” dice Freers “porque de lo que se trata es de que todos cooperen para el beneficio de todos los que integran el movimiento y para crecer juntos, la gente debe apoyarse mutuamente”.
En nuestro medio, la filosofía está poco difundida y todavía el consumidor se rige por principios de ahorro que privilegian su economía y no la del proveedor. Europa, Estados Unidos de América y Canadá son tres de los mercados prioritarios por ahora. Son los que más responden a principios de responsabilidad social. “Están dispuestos a pagar un poco más sabiendo que su dinero va a llegar a al pequeño productor y ayudará a compensar las grandes diferencias socioeconómicas que existen” expone Freers.

Los principios básicos
Este esquema de comercio con responsabilidad social que está creciendo a nivel mundial, garantiza el pago justo por la mano de obra y el producto.
Los beneficiarios a su vez asumen el compromiso de establecer condiciones seguras y saludables de trabajo, la no degradación del ambiente, el respeto de la identidad cultural así como también se comprometen a respetar la ética y la no discriminación de ningún tipo. Está claro que los intermediarios del sistema, cooperan para promover la justicia social y no buscan maximizar utilidades a costa del productor. Todos operan así en base a principios de transparencia y responsabilidad.

Aprendizajes
“Aprendí mucho. Primero por relacionarme con gente absolutamente comprometida que vive como piensa y admiro mucho eso. Vivo un cambio interior espiritual muy notorio, no puedo dar una explicación racional. Tengo una mirada y una actitud diferente. Antes me preocupaba por el centro artesanal, pero ahora por Latinoamérica, mi visión es mas amplia y mis relaciones también. Antes era mi proyecto y tal vez Paraguay y de repente ahora diariamente me comunico con gente de todo el mundo lo que hace que tenga una participación mas amplia y diversa en diferentes ámbitos” comenta Gabriela.
Respecto de lo que no debe confundirse cuando se habla de Comercio Justo dice que no es caridad sino justicia. No se trata de regalar sino de pagar mejor y hacer lo que está bien, lo que es correcto social, económica y ambientalmente.
Con relación al rol de AVINA en la iniciativa, resalta el “enorme apoyo que recibí. Mi organización no hubiera podido pagar los 750 dólares que costó la membresía a IFAT y lo logré gracias a AVINA. Los contactos y viajes que hice para involucrarme más intensamente y participar de reuniones sumamente trascendentes, los debo a AVINA principalmente. “Pero lo más extraordinario es que en la red de AVINA existen 45 líderes de varios países, vinculados con este tema de modo que están las condiciones fundamentales para desarrollar una acción de mucho mayor impacto” puntualiza.

La Anécdota aleccionadora
Cuenta Gabriela que su organización en Areguá empezó a vender a una tienda canadiense que se llama Ten Thousand Villages. No son ventas grandes aún porque se está en la fase inicial del proceso. Enviamos muestras de juegos de tazas y platos de cerámica esmaltada. Calculamos costos y definimos los precios en 3 dólares por unidad. Esperamos ansiosos la respuesta y nos contestaron que 3 dólares era muy poco y que podíamos cobrar hasta 4,5 dólares. Alegría y sorpresa. Ese si que era un golpe de Comercio Justo. Una conducta que no se da en el comercio convencional. Aunque uno pueda vender barato, si el comprador entiende que se puede pagar más, te lo dice. Esa es la filosofía, así funciona el Comercio que entonces es realmente Justo!



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