Europa soportó dos guerras mundiales y salió a flote luego en base a trabajo, la capacitación de su gente, el respeto articulado a la solidaridad. El propósito que emergió de tanta muerte y destrucción: alcanzar un mundo mejor. Hoy vemos que la tendencia es nuevamente muerte y destrucción. Da la impresión de que la causa es que en un mismo escenario –nosotros lo conocemos desde hace mucho- el mundo mejor es sólo para algunos y el resto vive marginado.
La búsqueda de una sociedad justa, igualitaria que era la misión del Estado no ha podido alcanzarse buenamente para la mayoría. Los esfuerzos realizados han creado Estados gigantescos y sus estructuras costosas terminaron consumiendo más recursos que el cumplimiento de sus fines.
Si vemos el caso norteamericano, lo que acontece en Inglaterra donde una violencia inesperada sacude la vida por ahora, sólo londinense; si observamos lo que pasa con las economías europeas fundamentalmente Portugal, España, Grecia, el Estado se muestra incapaz de instaurar las condiciones de estabilidad.
Del otro lado, las empresas han crecido de un modo increíble y las hay que tienen más dinero que los propios Estados. Efectivamente, uno habla de Microsoft, Apple, Nokia y se encuentra con dimensiones que han sobrepasado largamente a los Estados y el problema es que las empresas están diseñadas para ganar dinero más que para resolver problemas sociales, a pesar de que hoy se habla de la responsabilidad social de la empresa.
Estados débiles, empresas fuertes, no resuelven el problema. Está claro eso en nuestro país donde somos la quinta potencia mundial de exportación de soja, octava potencia mundial de exportación de carne y la pobreza en el campo crece.
Aquel discurso que nos lanzan acerca de que la pobreza se combate con inversión privada, comprobamos que no es así porque lo que se ve es que unos cuantos incrementen sus ganancias y que con ellas siguen comprando recursos que se acumulan en manos de unos pocos para ahondar las condiciones de desigualdad.
Lo que acontece en Londres nos produce desconcierto. Hay un comportamiento de Tercer Mundo en una sociedad de Primer Mundo.
En realidad lo que existe no es una manifestación de protesta sino que vemos que el saqueo, el robo de comercios es el objetivo. Como que se comunica un mensaje desde una sociedad con sólidos conceptos de lo justo y lo permitido.
¿Qué mundo estamos construyendo? Es tiempo de revisar teorías y paradigmas, modelos y discursos porque pensamos y decimos que queremos un mundo mejor y el tiro nos sale por la culata.
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