“Los penales debieron patearse en el otro arco”. La frase resume lo que algún filósofo del futbol llama la orfandad del fracaso. Brasil se eliminó de la Copa América y una de las causas fue la presunta mala elección del área en la que debió definirse el partido por penales.
Yo no creo que Brasil haya fracasado en la Copa América si entendemos por fracaso la caída estrepitosa de un proceso que no sirve. Indiscutiblemente la selección brasileña es probablemente la que mejor fútbol mostró en sus dos últimos encuentros. Es la que más futbol tiene y la que más oportunidades de gol creó.
Eso no es fracasar. El equipo está encaminado hacia grandes logros pero, aconteció que en fútbol, las estrategias han mejorado para neutralizar las fortalezas del rival.
La forma de marcarle a Neymar, el modo de no esperar que reciba la pelota con comodidad condiciona el resto de su desempeño.
Yo no creo que Brasil haya fracasado en la Copa América si entendemos por fracaso la caída estrepitosa de un proceso que no sirve. Indiscutiblemente la selección brasileña es probablemente la que mejor fútbol mostró en sus dos últimos encuentros. Es la que más futbol tiene y la que más oportunidades de gol creó.
Eso no es fracasar. El equipo está encaminado hacia grandes logros pero, aconteció que en fútbol, las estrategias han mejorado para neutralizar las fortalezas del rival.
La forma de marcarle a Neymar, el modo de no esperar que reciba la pelota con comodidad condiciona el resto de su desempeño.
O más profundo aún, el modo de interceptar al hombre que lo alimenta de pases para que no tenga tiempo de pensar como sería la manera de cuidarlo a Ganso, afecta el funcionamiento del equipo.
Y si de un modo épico, con espíritu de lucha y concentración, la selección paraguaya mantiene invicta su valla a pesar de los denodados embates brasileños, un espíritu de decepción y de impotencia va a minando la mística de tal modo que a la hora de definir un encuentro por penales, la duda se ha instalado y la inseguridad hace cometer errores.
Cuando una vez a un técnico paraguayo, Cristobal Maldonado, le reprocharon que la albirroja no le jugara al ataque a Brasil, respondió que quien planteaba algo así era un ingenuo. “No podemos jugarle de igual a igual a Brasil”. Eso le favorecería a Brasil.
Por eso aquella frase “los penales debieron patearse en el otro arco” que pronunció el técnico verdeamarelho y otras como “Paraguay llega a semifinales con 4 empates” no reflejan la verdad en su completa plenitud.
Al final de cuentas, la verdeamarelha jugó dos veces contra Paraguay y no le pudo ganar. Esa es la verdad y otra, que el juego estratético –aquel que se basa en estudiar detenidamente al rival para neutralizar sus potencialidades-tiene posibilidades de imponerse.
No hay enemigo chico desde que hay estrategas.
Y si de un modo épico, con espíritu de lucha y concentración, la selección paraguaya mantiene invicta su valla a pesar de los denodados embates brasileños, un espíritu de decepción y de impotencia va a minando la mística de tal modo que a la hora de definir un encuentro por penales, la duda se ha instalado y la inseguridad hace cometer errores.
Cuando una vez a un técnico paraguayo, Cristobal Maldonado, le reprocharon que la albirroja no le jugara al ataque a Brasil, respondió que quien planteaba algo así era un ingenuo. “No podemos jugarle de igual a igual a Brasil”. Eso le favorecería a Brasil.
Por eso aquella frase “los penales debieron patearse en el otro arco” que pronunció el técnico verdeamarelho y otras como “Paraguay llega a semifinales con 4 empates” no reflejan la verdad en su completa plenitud.
Al final de cuentas, la verdeamarelha jugó dos veces contra Paraguay y no le pudo ganar. Esa es la verdad y otra, que el juego estratético –aquel que se basa en estudiar detenidamente al rival para neutralizar sus potencialidades-tiene posibilidades de imponerse.
No hay enemigo chico desde que hay estrategas.
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