No conozco cómo funciona el IVA en los demás países pero no tiene importancia porque la barbaridad de otros países, no justifica nuestros propios desatinos como considerar a la muerte o en este caso el entierro como un hecho imponible.
No se cumplieron 24 horas de dejar a mi madre en su última morada y escribo esto porque me vienen ganas de hacerlo y creo que quedaré un poco más liberado de sentimientos negativos, haciéndolo, pero, los servicios fúnebres fueron recargados por un 5% de Impuesto al Valor Agregado.
Fue el último impuesto que pagó mi madre ya fallecida con lo cual por un lado me siento orgulloso de que haya cumplido con la Ley de los hombres pero absolutamente contrariado porque se considere a la muerte y los procedimientos de sepelio como un “valor agregado” que debe tributar.
Quienes pergeñaron las normas sabían que estaban perpetrando una barbaridad y por eso redujeron al 5% el impuesto que bajo condiciones normales es del 10%. Tenían un sentimiento de culpa que los llevó a regatear los números.
El primer analista tributario de la era cristiana es Jesús. Cuando los Fariseos le preguntaron si habría que pagar impuestos a Roma o con el diezmo era suficiente, pidió ver la moneda con la que se pagaban los tributos al imperio y le exhibieron un denario.
Tomó la moneda y la miró por cara y cruz. Preguntó la efigie de quien estaba en la moneda y le respondieron, “del César”. Devolvió la moneda y expuso: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
El cuerpo que ha venido del polvo y retorna al polvo es la consumación de la voluntad de Dios.
Señores, así expuesto el tema, el IVA al muerto es un invento del César que urge ser anulado.
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