Es
interesante la campaña de donación de órganos que se realiza en la sociedad con
el propósito de crear un marco solidario que permita a muchas personas mejorar
su calidad de vida con la ayuda de quienes no han tenido la misma suerte y deben
enfrentar un anticipado adios a la vida terrenal.
Corazones,
córneas, higados, riñones, etc., de seres que parten a la eternidad aún tienen
la capacidad de prolongar la vida, acá, de personas que tras enfermedades
diversas han perdido funcionalidad de dichos organos.
Sin
embargo, culturalmente los paraguayos no estamos preparados para una patriada
de tales características pues más bien por creencias infundadas, hay una gran
mayoría de gente que se aferra a partir de esta vida con todos sus órganos y si
bien pueden conmoverse ante la idea de que sus riñones puedan prolongar la vida
de otros, no les cabe en la cabeza que en el ataúd reciban –con faltantes de
organos ya inertes- el último adios de sus seres queridos.
No
alcanza nuestra sabiduría para interpretar la costumbre de guardar los organos
exitirpados embebidos en alcohol rectificado, en potes de vidrio que cual
relicarios perpetuan el recuerdo de pedazos nuestros que alguna vez formaron
parte de nuestro yo.
Un
ejemplo contundente es el de los apéndices (foto de arriba) que se guardan en potes de Nescafé y
que las personas extirpadas suelen mostrar a sus amigos como un trofeo.
Sin
embargo, es de esperar que la campaña de donación de órganos vaya sembrando esa
semilla solidaria que puede perpetuar el valor de miembros o partes nuestras
cumpliendo una función vital para otros que vivirán agradecidos hasta el final.
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