A todos nos gusta ser aceptados cuando formamos parte de una
comunidad. Ser rechazados implica un cruel marginamiento, nos angustia y puede
arrastrarnos a situaciones depresivas. En el plano amoroso, cuando alguien cree
haber descubierto al compañero ideal del sexo opuesto se enfrenta a una
situación de estrés mientras elabora su estrategia de aproximación. El temor al
rechazo adquiere aristas muchas veces dramáticas.
Y esto sucede arriba y debajo de la pirámide social.
Necesitamos la atención, la consideración. Somos seres sociales y demandamos
afectos.
Cristiano Ronaldo en estos días pese a ganar 12 millones de
dólares netos solo en sueldos –no se incluyen los contratos publicitarios que
son multimillonarios- se considera desvalorizado por el club y la estrechez
salarial para el nivel que él cree
merecer, es un golpe bajo a su estima.
Entiende que hay jugadores que salarialmente son mejor
tratados en sus clubes como sería el caso del africano Eto’o o el sueco Zlatan
Ibrahimovic y ganar menos que ellos resulta ofensivo para Ronaldo que ha
declarado estar triste y disputa con Robert Pattinson -traicionado por su novia Kristen Stewart- el puesto de triste más famoso del mundo.
Si en ese plano el rechazo es doloroso, en un plano de relaciones
amorosas un rebote resulta un golpe durísimo a la autoestima y queda esa
sensación de que no reunimos el perfil definido por la contraparte. No
calificamos y luego, no valemos lo que creíamos que valíamos, nada menos que
para esa persona especial.
En estos días en la red social Twitter hemos asistido a una problemática
declaración de amor que exponía un visceral temor al rebote, lo que manifiesta
que probablemente los jóvenes de hoy son más vulnerables al “no” porque
probablemente las jóvenas (expresión feminista) son más expresivas y burlonas
en sus negativas, pero esa es una mera
especulación pues debería ser motivo de otro análisis.
Pero el rebote es parte de la existencia. Ante una propuesta
de amor sincero, estarán quienes prefieran
no tomarla en serio con un “macana lo que decís ¿Qué bicho te picó?" O se
adoptarán evasivas como “priorizo mi estudio porque para mí ahora es lo más
importante”, “me gusta este vínculo amistoso y por ahí el paso que querés dar
echa a perder esa hermosa amistad”. Puede un sea rebote más reflexivo como “No
quiero lastimarte pero disfruto de mi libertad…quien sabe en un futuro”.
Sea cual fuera la forma del no, más bruta o más elegante, el
que recibe el portazo a los clamores incontrolables de su corazón vive días de
luto por más Cristiano Ronaldo que sea aunque su caso no es afectivo en el
sentido de lo último que hemos expuesto aquí.
El punto es que cuando la situación gana las redes sociales
un hecho que en tiempos pasados se circunscribía a un círculo mucho más
reducido, hoy puede adquirir aristas de interés nacional. Estamos alcanzando
índices de divulgación de lo privado que antes eran desconocidos y eso tiene su
mayor costo emocional.
Y esto sucede arriba y debajo de la pirámide social. Necesitamos la atención, la consideración. Somos seres sociales y demandamos afectos.
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