martes, septiembre 04, 2012

El "rebote" lastima a Cristiano Ronaldo como a Juan de los Palotes

A todos nos gusta ser aceptados cuando formamos parte de una comunidad. Ser rechazados implica un cruel marginamiento, nos angustia y puede arrastrarnos a situaciones depresivas. En el plano amoroso, cuando alguien cree haber descubierto al compañero ideal del sexo opuesto se enfrenta a una situación de estrés mientras elabora su  estrategia de aproximación. El temor al rechazo adquiere aristas muchas veces dramáticas.

Y esto sucede arriba y debajo de la pirámide social. Necesitamos la atención, la consideración. Somos seres sociales y demandamos afectos.

Cristiano Ronaldo en estos días pese a ganar 12 millones de dólares netos solo en sueldos –no se incluyen los contratos publicitarios que son multimillonarios- se considera desvalorizado por el club y la estrechez salarial para el  nivel que él cree merecer, es un golpe bajo a su estima.

Entiende que hay jugadores que salarialmente son mejor tratados en sus clubes como sería el caso del africano Eto’o o el sueco Zlatan Ibrahimovic y ganar menos que ellos resulta ofensivo para Ronaldo que ha declarado estar triste y disputa con Robert Pattinson -traicionado por su novia Kristen Stewart- el puesto de triste más famoso del mundo.


Si en ese plano el rechazo es doloroso, en un plano de relaciones amorosas un rebote resulta un golpe durísimo a la autoestima y queda esa sensación de que no reunimos el perfil definido por la contraparte. No calificamos y luego, no valemos lo que creíamos que valíamos, nada menos que para esa persona especial.


En estos días en la red social Twitter hemos asistido a una problemática declaración de amor que exponía un visceral temor al rebote, lo que manifiesta que probablemente los jóvenes de hoy son más vulnerables al “no” porque probablemente las jóvenas (expresión feminista) son más expresivas y burlonas en sus negativas, pero  esa es una mera especulación pues debería ser motivo de otro análisis.

Pero el rebote es parte de la existencia. Ante una propuesta de amor sincero, estarán quienes prefieran  no tomarla en serio con un “macana lo que decís ¿Qué bicho te picó?" O se adoptarán evasivas como “priorizo mi estudio porque para mí ahora es lo más importante”, “me gusta este vínculo amistoso y por ahí el paso que querés dar echa a perder esa hermosa amistad”. Puede un sea rebote más reflexivo como “No quiero lastimarte pero disfruto de mi libertad…quien sabe en un futuro”.

Sea cual fuera la forma del no, más bruta o más elegante, el que recibe el portazo a los clamores incontrolables de su corazón vive días de luto por más Cristiano Ronaldo que sea aunque su caso no es afectivo en el sentido de lo último que hemos expuesto aquí.
El punto es que cuando la situación gana las redes sociales un hecho que en tiempos pasados se circunscribía a un círculo mucho más reducido, hoy puede adquirir aristas de interés nacional. Estamos alcanzando índices de divulgación de lo privado que antes eran desconocidos y eso tiene su mayor costo emocional.

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