Se
manifiesta en las redes sociales, un fenómeno sobre el que no tenemos control y probablemente, tampoco
conciencia de que existe y de que somos parte de el: el escandalismo. Sobre
base cierta o no –no importa que sea creíble o que tenga fundamento- se desata
un tema de improviso y como el toro candil, sale a atropellar lo que está
enfrente. Ciertamente el toro de cornamenta ardiente es parte de un juego pero
el escandalismo parece más bien una herramienta.
Puede que
algunos escándalos estén siendo desencadenados con propósitos. En algunos casos
será solo el divertimento popular. En otros, quienes los desatan pueden buscar
el escrache y se aprovechan de las ganas de conflictuar que está cada día más latente
en el ánimo del público, del mismo modo que los vecinos en días de raudales,
aprovechan su oportunidad para lanzar su propia basura al torrente y liberarse.
Funciona
exactamente igual. Porque lanzar basura al torrente, es un fenómeno cultural, se
entiende perfectamente lo que ocurre en lo que se llama viralización de un tema
en las redes sociales, donde la gente aporta su basurita que por cierto es
abundante. Tenemos mucha basura en el patio. Entienden lo que quiero decir.
A lo mejor
uno le tiene bronca a Juan y el escandalo se mueve contra Pedro, pero como uno
tiene basura disponible para lanzarla como arma arrojadiza, aprovecha el
momento y se lanza contra Pedro que nada tiene que ver. En circunstancias de
bronca y “mala onda”, parece ya importar muy poco quien sea el destinatario.
Más bien lo
que parece interesar al gentío expectante y ansioso, es que hay un tentador escándalo
disponible que hay que aprovechar antes de que se acabe y no lamentarse después
porque dilapidó su brillante oportunidad. Esto queda claro que es así porque
uno lee frecuentemente en los tópicos, comentarios de gente que llego tarde ya a
la batahola y expone comentarios tipo: “¿de qué me perdí?”.
Es que tenía
tanta basura acumulada que lanzar al torrente y ahora habrá que esperar la
siguiente lluvia. Vemos sin embargo que este 2014 está teniendo un cargadísimo calendario
de escándalos.
Los dos últimos
escándalos fueron el relacionado con el diezmo y la lactancia en centros
comerciales. Estas manifestaciones bulliciosas, intensas y desordenadas, tienen
sin embargo una dinámica muy sencilla: nacen, crecen, alcanzan un clímax e
inmediatamente pierden fuerza para desaparecer, ya sea porque apareció otro escándalo
más jugoso o porque la gente se aburrió o ya se descargó anímicamente y se
siente en paz consigo misma. Ya goza de su liberación momentánea del veneno que
la atormentaba.
El estudio,
el trabajo, los problemas de la vida son generadores de carga anímica negativa
y los expertos han de estar estudiando el uso terapéutico del escandalismo en
redes sociales y de cómo en estos tiempos de vida virtual, la gente se ingenia
para darle un uso curativo.
Pero ojo, no
es normal que una marca, una empresa, una persona sirvan como blanco para
liberar tensiones personales de otros. Es peligroso el ingreso a esa dinámica porque
tenemos que entender que así como funciona el acto de tirar basura a los
raudales, esa basura un día tapona los drenajes y la ciudad se inunda. Nos
desagrada el resultado final y su solución es costosa.
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