domingo, enero 02, 2011

Bueno el mapping, mal organizada la noche del arranque celebratorio del Bi Centenario

El prolongado y aburridor prolegómeno

Dos plazas llenas frente al Cabildo –de gente no tan apretujada- sumaban unas 100 mil personas que decidieron nocturnear luego de la trasnochada de año nuevo para conocer el tan promocionado mapping sobre el frontis del viejo Cabildo. Era la razón de la convocatoria a iniciar la celebración del Bi Centenario de vida independiente del Paraguay. Nadie fue a escuchar discursos como los organizadores quisieron obligarnos y tuvieron nuestra sonora respuesta.

“Fuera!!!, fueraaaaa!!!!, evasor!!!, bandido!!!!, ladróoooon!!, fueraaa!!!
Varias gargantas se unieron para gritarle con tutti al presidente del Congreso Oscar González Daher que evidentemente carece de estatura moral para hablarnos de los valores del patriotismo, del Bicentenario de la Independencia y pedirnos Viva el Paraguay.
No soportó el aliento negativo de las voces ciudadanas y tuvo que eliminar varios párrafos de su discurso para acabarlo abruptamente.
La bronca de la gente aún estaba encendida cuando tomó la palabra el nuevo intendente asunceno, Arnaldo Samaniego y los gritos de que se vaya a su casa, volvieron a arreciar como esas tormentas que se suceden por estos días que parecen desaparecer pero luego algunas nubes se reagrupan para escupirnos lluvia y vientos. Así fue.
Lo anunciaron a Federico Franco el vicepresidente de la República que demoró bastante en colocarse al micrófono como midiendo la onda ciudadana y empezó. La gente lo escuchó, se hizo el buenito y terminó su discurso sin pena ni gloria.

Pésima gestión del sonido
Armaron un equipito de sonido para 5 mil personas y había lo que nosotros calculamos. Pésima organización sónica con una propuesta absolutamente subdimiensionada.
Nadie entendía lo que se decía y hubo una representación teatral que no fue captada mientras la gente hablaba de bueyes perdidos esperando el turno del mapping.
A eso fue, y las arpas y la orquesta y los niños cantores andaban por su cabeza. El gran público estaba en otra.
Mario Ferreiro también deambulaba despistado pidiendo bises que sólo a él se le ocurrían. Para fastidio, hastío y bostezo de la muchedumbre, pretendía que discursearan los directores musicales y cosas así. Por favor!
Pero como a Mario se le toleran todos sus despistes, andaba haciendo abuso de esa concesión, hasta que por fin, allá a las cansadas cuando mucha gente ya había abandonado las plazas e iba a buscar su coche en un microcentro capitalino que se había convertido en el más grande estacionamiento a cielo abierto de toda la región, por un instante, empezó el show.
Excelente, magnífico, novedoso.

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