Un Policía paraguayo –ubicado en la base de la pirámide salarial de todo el país- está obligado a comprarse su propia arma, pagarse su uniforme, su propio chaleco antibalas y como si todo fuera poco, debe comprarse los proyectiles. Cuando mañana deba disparar para defender la integridad de un ciudadano, pensará dos veces en gastar su dinero y esa duda puede resultar fatal.
El salario mínimo en Paraguay es de alrededor de 1.500.000 guaraníes (un poco más de 300 dólares mensuales). Un vigilante callejero gana alrededor de 1.270.000 guaraníes (Unos 260 dólares mensuales) antes de los descuentos por su arma e indumentaria.
¿Así que estás obligado a comprarte el arma? Le pregunto al suboficial que hace guardia frente a la oficina. “Si señor y la cuota más baja es de 400 mil guaraníes mensuales” me dice si opta por un revólver de calibre 38 o una pistola de 9 milímetros, como manda el reglamento.
Y decime, las balas también tienes que comprártelas. “Si señor y están costando alrededor de 5 mil guaraníes (un poco más de 1 dólar el proyectil).
Si tiene que disparar un tiro disuasivo al aire, eso le equivale a dos empanadas con pan para “sobrepasar” la mañana de modo que debe ser cuidadoso con el uso de balas. Que no se le altere el presupuesto con tan escaso espacio de maniobra financiera que el miserable sueldo le permite.
El esquema de remuneración de la Policía paraguaya, ha sido diseñado por el enemigo.
Cuando todos protestamos porque frecuentemente los defensores de la Ley se pasan al bando contrario, no solemos fijarnos en que como sociedad hemos estado actuando en sentido contrario a nuestros propios intereses, condenando a nuestros protectores a sufrir los embates de la pobreza y las carencias.
Demasiadas tentaciones hemos puesto frente a nuestros abandonados policías y luego nos decepcionamos porque cayeron en tentación. Pretendemos que sean dueños de virtudes de integridad y honestidad.
Si es inmoral exigirles que compren sus propias armas, sus propios proyectiles para ponerlos al servicio de la sociedad y de la Ley, como si en una oficina el empresario exija al trabajador comprarse su propia computadora para ponerla al servicio de la empresa, evidentemente, no podemos pedirles moralidad a los policías.
Recapacitemos.
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