Aterriza la primera casilla comercial en la vereda del nuevo
Hospital de Clínicas y es de presumir que marca el inicio de un proceso que ya
se dio en el viejo hospital de Clinicas, en el Hospital Central del IPS y que
congrega a numerosos microcomerciantes que ofrecen productos al paso de quienes
van a consultar o a los cuidadores de enfermos y todo ese mundo de gente que un
hospital moviliza en su entorno.
Es período preelectoral y se sabe cómo se maneja el tema. La “llave”
del espacio es otorgada por dirigentes políticos en pago a favores electorales.
Es decir el móvil es el electoralismo, sin importar nada que tenga que ver con
ordenamiento, paisajismo ni nada que vaya por esos rumbos.
El Paraguay es escenario del auge de la economía sumergida, vale
decir esa actividad económica que escapa al control fiscal y que no se incluye
en el computo del Producto Interno Bruto (PIB). Es indudable que el peso de
esta economía subterránea es enorme en la generación riqueza paraguaya y tiene
actividades que francamente molestan a la ciudadanía como la de los
cuidacoches, los limpiadores de parabrisas.
Todos ellos conforman el perfil del autoempleo o el rebusque
(jeporeka) en una economía como la nuestra que no genera espacios formales
suficientes para la creciente hornada de jóvenes que cada año ingresan al
mercado laboral.
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