Se evocó en estos días el Día de la Salud mental. Al menos un día al año, por esa recordación, más miradas se orientan al problema y los medios se ocupan de escudriñar sobre la problemática y la queja central es el escaso presupuesto que el Estado asigna al tratamiento de las enfermedades mentales.
Ese problema lo entendemos de este modo. Los sojeros tienen al poderoso “tractorazo” para hacerse oír, escuchar y atender. Sus demandas son administradas de un modo diferente por la capacidad de paralizar las rutas que tienen.
Los maestros en estos días vaciaron las aulas en demanda de un nuevo ajuste salarial y los transportistas presionan con una próxima huelga para lograr ventajas económicas del Gobierno.
Es decir, vemos cómo los gremios organizados se convierten en poderes fácticos y utilizan su capacidad de movilización con fines políticos y económicos.
Los enfermos mentales, no tienen capacidad de movilización organizada y entonces leemos lo que se ha publicado en los medios. No hay presupuesto suficiente para ellos y como las circunstancias aquí expuestas no cambiarán y los políticos buscan votos, la siembra de promesas la hacen en sectores más organizados.
Cuando el próximo año se recuerde el Día de la Salud Mental, no habrá variaciones al cuadro y la queja será la misma: No hay plata para atender mejor la salud mental de los paraguayos.
Penoso.
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