Arjen Robben, jugador holandés del Bayern Munich, tuvo en el alargue del partido final contra el Chelsea la oportunidad de llevar a la gloria a su equipo y alzar la copa Champion League. Hacía poco que había arrancado el desempate y un penal lo ubicó frente al arquero Cech pero su tiro fue malogrado.
Luego en los penales, el Bayern capotó y el Chelsea inglés que hizo mucho menos durante los 120 minutos "robó" la copa que descansa en sus vitrinas.
Llegó la hora de la cena de los vicecampeones y Robben, desconsolado, no encontraba acomodo en la silla. Se quería morir. Su esposa Bernadien intentaba calmarlo, incluso con fórmulas inconducentes como ajustarle el nudo de la corbata para que supuestamente, luzca mejor y así se calme. Vana ilusión.
No hubo caso...
Todos alguna vez...
En la vida todos malogramos penales. Muchas glorias nos fueron negadas porque malogramos esa oportunidad pero debemos entender que la reflexión que sucede a patear mal un penal, nos vuelve mejores.
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