lunes, mayo 28, 2012

El contrapoder de la multitud (1)

Los partidos políticos no encarnan
las genuinas aspiraciones ciudadanas

A los ciudadanos paraguayos nos resulta claro que no son los partidos políticos los que a esta altura de los acontecimientos encarnan la defensa de nuestros intereses. Por el contrario, se han protegido en una telaraña de leyes (Ej: “listas sábana para parlamentarios) que tejieron a espaldas de nuestros intereses superiores para priorizar esquemas de dominación que buscan el mero encumbramiento de grupos.

Y vale la pena profundizar aquí este último concepto “encumbramiento de grupos” porque vemos que no hay renovación de cuadros en los partidos. Figuras escombro se perpetuán porque logran manejar –naturalmente que a su favor y no de su partido- los hilos del poder una vez que acceden a él.
En esta perspectiva, el financiamiento de operadores políticos con el dinero de los contribuyentes es una perversa desviación que noapunta al interés general sino que al de los grupos de poder que se han apropiado de los partidos políticos.
Quieren que los contribuyentes les paguemos el sueldo a sus favorecedores, no a operadores que realmente son instrumentos para construir sólidamente democracia moderna, edificar procesos de desarrollo.
No, pretenden que como contribuyentes paguemos a gente que sirve solamente para encumbrar la figura de los políticos a fin de que se perpetúen en el poder, como objetivo primordial.
Los ciudadanos tenemos claro que el modo como se invierte el dinero de nuestros impuestos no nos conduce hacia la consolidación de un proceso de desarrollo. No conduce hacia un país moderno y competitivo.
Por el contrario, el modo como se invierte el dinero de nuestros impuestos, nos conduce a un país de chupamedias, chupasangres, parásitos, a un país de avivados improductivos. En suma, así no hay futuro alentador.
Una de las definiciones clásicas de partido político es que se trata de una asociación de individuos unidos por ideales comunes y que persiguen como meta alcanzar el control del gobierno para llevar a la práctica esos ideales. Lo que acontece en Paraguay, no se ajusta a esa definición.
En concreto, los partidos políticos tradicionales, se han convertido en un fin para los grupos que se apropian de ellos, grupos que han secuestrado a los partidos y no un medio para democratizar y perseguir el bien común.

Siguiente enfoque: ¿Estamos dispuestos los ciudadanos simplemente a arreglárnoslas con poco porque estos “nomas luego” son los políticos que tenemos?

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