La prensa paraguaya exige ética a los jueces y a los parlamentarios, a los policías y presidentes, a los empresarios y fiscales pero no ha sido capaz de aprobar un código de ética para mostrar el camino que exige a los demás.
La mejor contribución que el periodismo paraguayo puede hacer al proceso de cambio que el país inició, es refundarse en base a una autocrítica moral y el establecimiento de reglas claras para su ejercicio.
Este principio es el que expusimos en un panel debate denominado “Prensa ¿Amiga o enemiga del nuevo proceso?”, organizado por el Foro de Periodistas Paraguayos, FOPEP y en el que se discutió el papel de los comunicadores en este nuevo periodo que se inicia con la asunción a la Presidencia de la República de Fernando Lugo.
El estrellato y la autocrítica
Con escaso nivel de autocrítica si consideramos el índice de los autobombos e intercambio de bombos sobre el trascendente rol de la prensa y desempeños personales, expositores como German Martínez Vierci, Ramón Casco Carreras, Augusto Dos Santos y Luis Bareiro hablaron sobre el lado lindo del periodismo paraguayo que evidentemente lo tiene y se generó un debate sobre lo que podría interpretarse prensa amiga o enemiga del proceso.
Que conste que Martínez Vierci reconoció la soberbia de la mayoría de los comunidadores y habló de la necesidad de mayor humildad en el ejercicio de la profesión.
Fuimos a escuchar y participar del debate y nuestro punto de vista se centró sobre la idea con la que iniciamos este artículo. El mejor aporte que puede hacer el periodismo con vistas al fortalecimiento del proceso, es incorporar mayor rigor ético.
El elogio o la crítica deben ser emitidos desde una plataforma moral más sólida.
Periodistas protagonistas de la corrupción
Los expositores reconocieron que hay corrupción en el periodismo paraguayo pero inicialmente lo hicieron casi desde un enfoque victimista y no desde un rol protagónico estelar de la corrupción.
Prefirieron hablar más desde la óptica de entes y políticos que compran prensa y no desde la óptica de periodistas que se venden.
Vale decir, cargaron la tinta en “el otro”, aunque luego un abordaje franco de la concurrencia, Luis Bareiro se despachó contra la corrupción de Humberto Rubín.
Germán Martínez Vierci dijo que los vientos de cambio van a representar para Rubín una pérdida de 3 mil millones de guaraníes anuales (más de 740 mil dólares) si se cumple el plan de Fernando Lugo de suspender la publicidad de entes públicos en los medios.
Aunque hubo quienes dijeron que no hay que preocuparse por Rubín porque está en el tobogán del descrédito otros señalaron que aún es un líder de opinión.
Por ello es importante tener presente el dato del probable daño a sus finanzas por bloqueo de la publicidad estatal, para interpretar desde qué situación el comunicador juega en el escenario periodístico nacional.
Nos pareció contradictoria la exposición de Dos Santos quien de un lado advirtió sobre el perjuicio que puede significar el recorte de la publicidad de Itaipú porque en otros países la publicidad estatal se utilizó para dar o quitar y presionar a los medios.
De otro lado, Dos Santos reconoció que Itaipú no tiene razones para hacer publicidad en los medios porque la venta de su producto no depende de los vaivenes publicitarios.
Empresa y periodistas
Bareiro dijo que efectivamente falta un código de ética y aunque advirtió que no se lo podría aplicar en toda su amplitud porque los periodistas son empleados de empresas que se manejan con otros parámetros que tienen en cuenta sus intereses económicos, al menos servirá para hacer notar quien falta a la éticay quien no.
Ramón Casco advirtió que la prensa será amiga del proceso de cambio si el nuevo gobierno hace bien los deberes.
Nos pareció facilista el concepto. Si el gobierno hace bien los deberes ni siquiera hace falta que la prensa se ocupe del tema.
El desafío es que la prensa contribuya a que el gobierno haga bien los deberes, ejerciendo una labor de contraloría. Pero una cosa es hacer contraloría periodística y otra diferencia pretender que el gobierno haga lo que las empresas periodísticas quieren.
Se dijeron más cosas pero el tiempo fue demasiado corto para tanto rezago de autocrítica de la prensa que no fue posible redondear conceptos y lecciones.
De todos modos, la iniciativa de FOPEP fue buena y debe ser ampliada en otros espacios como la Universidad.
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