Lavarse las manos, no era la actitud que esperábamos del presidente electo ante el nombramiento prebendario y clientelista de su sobrino en un cargo con espectacular remuneración en
Un cargo prebendario es el simbolismo de lo que queremos dejar en el pasado. Es penoso que Lugo no lo interprete de ese modo o que cierre los ojos al mensaje lamentable que el nombramiento envía a la ciudadanía.
Si hablamos de mensajes en las actitudes y en la vestimenta, ese cargo debería ser para el primer paraguayo en el extranjero que desea retornar y tiene condiciones para desempeñar ese rol. Ese es el tipo de mensajes claros que queremos que Lugo envíe a la ciudadanía y nunca, nunca el de lavarse las manos ante el beneficio prebendario a su sobrino.
Debió asumir una actitud clara y no timorata. A propósito, el Partido Liberal Radical Auténtico, dio muestras firmes con la renuncia a un cargo igualmente prebendario que benefició al hermano del Vicepresidente de
¿Un acto de soberbia?
Ese cargo no está bendecido por la ciudadanía, harta del uso del poder para que los parientes del poderoso vivan enganchados de las tetas del Estado. Si Fernando Lugo desoye a sus asesores, si pretende ignorar el gesto de grandeza que aplicó el PLRA, si omite el sentimiento generalizado de la ciudadanía es que puede estar asumiendo una actitud soberbia absolutamente inconveniente ante la imagen que proyectó en su campaña y la imagen que despertó grandes esperanzas en un cambio.
Puede cerrarse en su posición de indiferencia, empecinarse y obstinadamente mantenerse en una actitud que no esperábamos de él pero el enorme capital de credibilidad habrá mermado algo y aunque aún seguiremos apostando con fuerza a su gestión, habrá incorporado innecesariamente un lastre a su figura.
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