Un amplio sector de la prensa vive del “declaracionismo facilista”. Los cultores de esta vertiente periodística no buscan la información sino que la declaración de los actores políticos. Llenan sus espacios de una banalidad pasatista basada en palabras y no en hechos. Fernando Lugo es un pésimo declarador. No sirve a los propósitos de ese amplio sector de la prensa y al parecer no va a cambiar. Habrá que tragarse ese amargo bocado durante los próximos 5 años.
Cotidianamente usted verá los titulares de los diarios y se encontrará con “Dicen que….”, “Afirman que…”, “Acusan a…..”, “Denuncian….”, “Manifiestan….”, “Tildan de….”. O sea, palabras, palabras, palabras.
No es una noticia, no es una información, no es superman, es pura declaración. Y ocurre que hay una pluralización truculenta en el “Afirman que.. " y todo lo demás porque uno se encuentra con que es un personaje nomás el que afirma.
Y aquí debo hacerles una confesión. Yo provengo de los medios, trabajé ahí y yo también cometí esos errores y abusos. Admitamos que un domingo en que no hay mucha información, cobra valor el directorio telefónico del periodista porque el diario debe salir mañana y hay que llenar sus páginas y las radios deben funcionar de igual modo.
Exponía un periodista de la sección “Policiales” su preocupación porque le habían asignado una página y el tan solo tenía “una caída de pasajero” y una “mordedura de perro”, informaciones irrelevantes para tanto espacio disponible. Entonces, una entrevista es una opción válida pero a lo que yo me refiero es a un abuso de la presunta entrevista con fines pasatistas que se realiza de este modo:
“Señor González qué opina usted de la gestión del Ministro Pérez”. Esto se hace a sabiendas de que González no lo puede ni ver a Pérez. Entonces lo que hacen es picanearlo para que desembuche lo que el “acusador” tiene en la punta de la lengua y removerle incluso la ponzoña para que el título de mañana sea mucho más picante.
Con ello se garantiza que Pérez herido en su amor propio, reaccione y se instale entre ambos un clásico como Cerro-Olimpia que haga fácil la tarea del comunicador si es posible hoy, mañana y siempre. El objetivo no es buscar la verdad y construir sino que mantener ocupada y sobre todo entretenida a la opinión pública.
Hay programas de radio que se basan en ese estilo y al final de una movida mañana radial en que la adrenalina y la emoción fueron levantados al máximo, cuando llega el momento de reposar, evalúa y trata de sacar en limpio una lección y se encuentra con nada. Absolutamente nada. Y entonces se pregunta ¿qué pasó aquí? Y nada, mucha emoción y ninguna razón pero se pasó una mañana entretenida de acusaciones y contraacusaciones y mañana será igual.
Un año después uno puede comprobar que sigue el mismo circo. Cambiaron los payasos pero el número y el argumento es el mismo. Algunos actores saben el juego y se prestan a él porque les permite mantenerse en el escenario y los hay tan sabios que al saber manejar el instrumento de la polémica se gradúan de personajes infaltables en los programas y las entrevistas.
Pueden ser odiados pero no ignorados por los periodistas porque les sirve a sus propósitos “declaracioneros”.
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