martes, mayo 08, 2007

Es inmoral la postergación del cobro de impuestos a la exportación de soja bruta

La soja avanza y va ocupando espacios. (foto de http://www.rel-uita.org/
Tumban bosques a mansalva, colmatan el curso de los arroyos de los que borran la fauna íctica y las toneladas de agroquímicos que utilizan, contaminan el suelo y los humedales. Exportan fundamentalmente materia prima con nulo valor agregado, ganan mucho dinero pero no proponen un desarrollo equitativo. Los sojeros han hecho un fuerte lobby para evitar pagar impuestos pero, eludir esa obligación, es un privilegio que logran por su poderío económico. Es fundamental que en aras del desarrollo, paguen impuestos y se establezcan políticas que apunten a la industrialización del producto.


Que pasaría si el país exporta caña dulce y no azúcar; que pasaría si seguimos exportando algodón y no tejidos o prendas. El país ha perdido gran pate de sus bosques por salida de rollos y no ha quedado desarrollo como resultado de tanta destrucción si es que la destrucción produce desarrollo.

Los sojeros de Argentina y Brasil pagan impuestos a las exportaciones y cuando el año pasado, en Paraguay, se estudió la imposición de las exportaciones de materia prima con un gravamen del 7%, las “Solicitadas” aparecieron con toda su fuerza en los diarios, simultáneamente con declaraciones de prensa y amenazas de “tractorazos” (cierres de rutas con tractores).

“Nos quita el sueño”
En una reciente reunión de la Mesa Sectorial de Biocombustibles, en la que se planteaban estrategias conducentes a que el Paraguay produzca biodiesel a partir de la soja a fin de industrializar la materia prima nacional con vistas a exportarla con el valor agregado de inversiones, mano de obra y transformación local, se manifestó que se estudian políticas públicas para que dicha oleaginosa –que ya está disponible- sea la fuente principal de esa transformación.
De inmediato un representante del sector sojero pidió informaciones acerca de si tales políticas públicas contemplan el establecimiento de lo que calificó como un injusto impuesto a las exportaciones de soja que “quita el sueño a los productores”. Dijo que una política fiscal de ese tipo, equivaldría a un impuesto al trabajo.
No nos oponemos a que los productores de soja ganen dinero pero si lo hacen al costo de convertir vastas extensiones de suelo en un desierto verde donde hasta los arroyos se colmatan como consecuencia de la erosión y el país va perdiendo su riqueza y amenazando sus acuíferos, es momento no sólo de revertir esa situación sino de recuperar en dinero lo que eso le cuesta a la sociedad paraguaya.
Es preciso crear condiciones de modo que la soja produzca beneficios mayores a la economía nacional y si en la onda mundial de buscar la seguridad energética, amenazada por los constantes conflictos en los países productores de petróleo, la demanda de biodiesel va en aumento en Europa, Estados Unidos, Asia, aprovechemos esta ocasión de catapultar la economía nacional de un modo más equitativo. Ganemos todos y no sólo unos cuantos.
Hoy nos dicen que Paraguay es el sexto productor mundial de soja y el cuarto exportador en importancia. Esa ubicación privilegiada en el ranking no tiene significación para la sociedad paraguaya toda sino que tan solo para un puñado de empresarios.
Estamos ante una ocasión de cambiar el panorama. Si desde cualquier punto de vista, lo justo es que los que más reciben y los que más obtienen a costa de los demás, son quienes más impuestos deben pagar, es una inmoralidad que los sojeros no paguen impuestos. Esa inmoralidad debe cesar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario