América Latina exporta 2 toneladas de soja al mundo desarrollado por el equivalente de 1 kilogramo de computadora que importa de aquella fuente. La comparación sigue siendo penosa si hablamos de maní, maíz, zinc o petróleo de este lado y de tecnología de punta, del otro.
Los latinoamericanos somos proveedores fundamentalmente de materias primas y ahí radica nuestra condena. Así también exportamos Maradonas baratos, Messis a medio hacer, Santa Cruces recién cosechados y luego se cotizan a 10 o 20 veces más, una vez en mercados desarrollados.
La mayoría de los mejores futbolistas de Europa son latinoamericanos o africanos y en África se replica el fenómeno que mencionamos al principio. Así como exportamos soja en grano y allá lo convierten en aceite o en alimento animal o en otros 500 diferentes rubros elaborados, pasa con los futbolistas.
El fútbol europeo es el más poderoso del mundo en términos económicos y deportivos, pero cuidado: a nivel de clubes.
Hemos visto luego de la reciente Copa Confederación disputada en Sudáfrica la debilidad de las selecciones europeas de fútbol porque las reglas establecen que deben ser conformadas por jugadores europeos.
Esto implica que se conforman sin los mejores jugadores que están disputando sus torneos que pertenecen sin embargo a las selecciones de sus países de origen (latinoamericanos y africanos).
Los dos ejemplos más tétricos de fracasos en a Copa Confederación fueron Italia y España. La primera, la campeona mundial y la segunda, la mejor selección del planeta según la FIFA. La selección italiana se eliminó en la fase inicial y la española llegó al tercer puesto por detrás de Brasil y Estados Unidos de América.
Y en el plano económico, se da un mismo fenómeno con los productos básicos y los futbolistas aquí en Latinoamérica. Contribuimos a solventar los problemas de aprovisionamiento del mundo desarrollado, ayudamos a resolver el hambre de la población más adinerada pero nos quedamos sin disipar nuestros propios problemas.
Tal vez debamos seguir exportando futbolistas con futuro para que remesen sus dividendos a nuestras economías pero parece ineludible hacer el esfuerzo aún pendiente, de procesar las materias primas que las vendemos en bruto, para que aquella comparación inicial de vender 2 toneladas para comprar un kilogramo, llegue a puntos más equitativos.
Pasa por exportar óleos y no granos.
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