Showman, ambientalista, atrevido con las fieras, Steve Irwin, más conocido como “cazador de cocodrilos” australiano, murió a los 44 años de edad cuando filmaba y una raya de mal carácter le clavó mortalmente su aguijón, atravesándole el músculo cardiaco. Se hizo mundialmente famoso por exaltar la vida silvestre, a costa de desvalorizar a veces su propia vida.
“Pasó lo que tenía que pasar”, “murió en su ley”, “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, “la gota que colmó el vaso”, “más propiamente nunca la expresión se pasó de la raya, tuvo una significación más dramática”, todas estas expresiones se usaron para hacer la crónica de la muerte de quien fue un osado realizador televisivo.
Efectivamente, más de una vez cruzó la frontera de lo recomendable como cuando con su bebé en brazos dio de comer a un cocodrilo amenazante ante las cámaras de TV. Finalmente su estilo terminó costándole la vida y no enfrentando a un saurio sino que acompañando, esta vez pacíficamente, a una raya de mal genio que le clavó su aguijón de 20 centímetros, justo en el espacio entre dos costillas y con tan mala fortuna para él, justo en el corazón.
Un centímetro más arriba o más abajo, el dardo hubiera dado en un hueso pero la naturaleza le tenía reservado ese momento final y le sobreviven su viuda, dos hijos, uno de tres y otro de ocho años y una magnifica serie de documentales que durante muchos años nos van a seguir deleitando.
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una gran pena lo de su muerte...
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