Se lee con frecuencia que "no hay señales de que el gobierno intente resolver el problema campesino" o que envía "mensajes dubitativos". Como que se pretende un deseo de que haga pases mágicos, abracadabra y ya está. Hay tanta roña en la ropa que no es posible lavarla si previamente no se la deja en remojo.
Los plazos de la problemática campesina no se pueden pasar por alto. Es insensato pensar que en menos de tres meses se va a resolver el problema de la tierra y se van a calmar los espíritus en el campo.
Se ha dicho incluso que el Presidente de la República simplemente viajó a los Estados Unidos de América, El Salvador y México para desentenderse del problema y lamento tener una pésima consideración de quienes así piensan aunque sean autoridades eclesiásticas.
Reconozco que se puede decir que no era el momento o que la ausencia fue más prolongada de la necesaria. Eso, es posible analizarlo. Sin embargo pensar que el ahora Jefe de Estado se lanzó a una campaña para desalojar al Partido Colorado del poder, por la vía de los votos y trazarse un objetivo de esa dimensión para inmediatamente desentenderse de los problemas más acuciantes del país…,bueno, ese planteo me hace recordar de “Condorito” quien se lanzó a cruzar a nado el Canal de la Mancha y tras un ciclópeo esfuerzo, cuando ya veía la otra costa a 100 metros, dudó y prefirió desandar lo nadado por si no le alcanzaran las fuerzas. Insólito.
Los trapos sucios de la problemática rural que la historia reciente amontonó en un depósito de trastos viejos no se lavan y se planchan en un tris-tras.
Se entiende la desesperación de los que están en la primera línea de la angustia pero nos toca a nosotros interpretar con ecuanimidad, frialdad y profundidad la situación. Es preciso que salga la roña gruesa por sí sola estando en remojo en el “ayudín” de la paciencia.
Lo mismo hace el herrero que deja en una solución para ablande el hierro viejo que tiene una pieza enroscada. A su tiempo –nunca antes- vendrá a hacer el trabajo de desenroscar.
Aquí hay que ablandar muchas cosas primero. Fundamentalmente los corazones. Están demasiado endurecidos como para negociar. Hay que sacarse las caretas y desarmar los espíritus de resentimientos.
Verán que después, todo es más fácil.
Por de pronto, sepamos interpretar los acontecimientos de un modo diferente. Perder la paciencia en menos de tres meses de nuevo gobierno, no es sensato.
Ya llegará el tiempo de exigir resultados.
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