Muchos de los grandes pensamientos favorables al mercado han quedado sin sustentación. Aquello de que un gobierno es mejor cuando menos gobierna y que la máxima debería ser “menos Estado y más sector privado” es para hacer un bollo de papel y lanzarlo a la papelera. La crisis financiera mundial está acabando con los dogmas dominantes en la última era y los que cuestionan a Fernando Lugo por ser de izquierda, han comenzado a revisar sus anotaciones.
Que quede claro. No soy de izquierda. He sido defensor a rajatabla del mercado pero acontecieron hechos que me hicieron girar hacia el centro. Reconozco que la derecha ha sido incapaz de construir un país incluyente, equitativo. Condenó a la sociedad paraguaya a una partición en por lo menos dos velocidades.
Sacarse las caretas
Una parte de ellas, la menor, globalizada y de primer mundo y la otra, mucho más grande, empobrecida y marginada de los grandes programas de desarrollo. Los conflictos sociales que hoy soporta el país, son consecuencia de la incapacidad de la derecha, de su inequidad y sus errores. Es preciso tirar las caretas.
Lo cierto es que ya hace tiempo hacía falta un golpe de timón en Paraguay y cuando se presentó Lugo entendí que era una oportunidad imperdible que debía apoyarse. En la medida que pude y me tocó, defendí la opción luguiana de gobierno contra las poderosas fuerzas económicas, sociales y políticas que vaticinaban un descalabro en Paraguay con el advenimiento de la “extrema” izquierda. Hoy, en todo el mundo se habla de la necesidad de más Estado.
Cuando el líder socialista español, Felipe González realizó una visita a Asunción hace ya tiempo, concedió una entrevista a periodistas paraguayos.
González era una rareza porque siendo socialista estaba privatizando las empresas españolas mucho más aceleradamente que el gobierno de derecha del Brasil por ejemplo. Me tocó preguntarle al respecto cómo interpretar su decisión y expuso con absoluta calma y convicción que estaba más que demostrado que el Estado empresario no era eficaz y que la producción y el comercio debían estar en manos del sector privado pero sin que el Estado renunciara a su capacidad de gobernar, controlar e intervenir.
El capitalismo pide más Estado
Para los puristas del mercado, intervencionismo estatal era un pecado capital. Hoy son los capitalistas los que están saliendo a reclamar urgentemente intervención del Estado para salvar a las empresas.
Y aquí en Paraguay lo están haciendo con muchos complejos claro está, pero están pidiendo ayuda al Estado ante el panorama recesivo.
Leo a profundos pensadores y observadores de lo que acontece con la debacle bursátil y dicen que no hay que descartar un fracaso sistémico del capitalismo. Fracaso sistémico quiere decir que no funciona, no sirve, al menos en su concepción actual.
Aquel pensamiento de que el Estado es el problema y no la solución, se hizo pomada. Los más acomplejados capitalistas hablan de que llegó el momento de exigir un “paréntesis a la economía de mercado”.
Cuando quebraban bancos en Paraguay, una ola de ataques desde la prensa apuntó a los corruptos que intentaban salvarlos con dinero del pueblo. Ahora no se sonrojan para pedir reservas de dinero del pueblo para que las empresas enfrenten la crisis.
Lo quieran o no, están borroneando sus apuntes y reescribiendo sus pensamientos. No lo reconocen, pero tendrán que hacerlo y replantearse sus críticas a Lugo porque deberán presentarle una larga lista de pedidos, favores y ayuda. Van a pedir intervensionismo estatal, aquella mala y ofensiva palabra. Van a pedir, más Estado. Ya empezaron a hacerlo.
"... gobierno de derecha del Brasil ..." ¿en serio? ¿el PT es de Derecha?
ResponderEliminar(Te sugiero prescindir de ese contador de visitas de WEBSTATS4U, llena tu sitio de molestas ventanas popup)
Veré como resolver el problema del "popup". Gracias por decirmelo.
ResponderEliminarFelipe González gobernó España entre 1982 y 1996, período en que en Brasil gobernaba la derecha.
Como ciudadano global me preocupa que la Radio Nacional de España decida levantar un programa de excelente calidad y lo sustituya por otro de cuarta, en un derrotero de chatura que no tiene nombre. Me comprometo a ingresar a esa página y sumar mi palabra de protesta.
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