domingo, febrero 14, 2010

Unión legal entre personas de un mismo sexo: Reflexiones de un ciudadano creyente

Se han manifestado algunos primeros sondeos con vistas a la instauración de la unión legal entre parejas de homosexuales en nuestro país, siguiendo la corriente que se abre paso en otras sociedades.
Para los modernosos, los “mente abierta”, los que se creen en la avanzada del pensamiento futurista, permaneceríamos en el atraso y daríamos una muestra de rezago cultural e irrespeto a los derechos humanos si no produjéramos una legislación abierta al “matrimonio de homosexuales”.

El hombre y la mujer

Los homosexuales existen pero igualmente persiste una percepción social basada en la propia visión de Dios al establecer su propósito para la humanidad.
La Biblia habla de que el Señor creó al hombre y a la mujer. El homosexual no fue parte de la creación y está claro que el creador condena la homosexualidad.
Una de las más duras manifestaciones de su ira contra esa conducta es la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Hay más de 40 pasajes bíblicos que consideran las prácticas homosexuales como un pecado grave.

Citemos simplemente Génesis 19:1-29 (pecado de Sodoma).
Levítico 20:13 Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación; morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos.

Romanos 1:27 Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

El problemático proselitismo de la conducta
Es decir, los homosexuales tienen una cuestión pendiente con Dios y para el resto de la sociedad parecería cínico decir que es mejor que se unan entre ellos, dejen de acosar a los heterosexuales y evitar así que entre estos hagan proselitismo de la conducta sexual que practican.
Desde el momento que un homosexual propagandea, publicita la homosexualidad entre los heterosexuales en busca de un "levante", se produce una colisión y se instala la razón para reflexionar qué debe hacer la sociedad ante esta situación.
La propaganda de la conducta homosexual llega incluso a exaltar el presunto “orgullo gay”.
Si la homosexualidad es una anormalidad ¿cabe enorgullecerse de una anormalidad?
Nosotros no estamos de acuerdo con esa exaltación pero entendemos que hay un principio de amor al prójimo del que no podemos apartarnos. Los homosexuales son prójimos.

La projimidad
Qué implica ese principio de projimidad. Una de las implicancias sería que la sociedad es un estadio en el que se genera permanentemente una interacción entre pecadores-prójimos y todos vamos a ser juzgados por el gran juzgador. Nadie se va a salvar de eso.
Parece simple pensar que los heterosexuales estamos mejor posicionados que los homosexuales de cara al juicio final pero el asunto se pone complejo cuando señalamos que a la hora de establecer legislaciones para los homosexuales, necesariamente tenemos que actuar desde una perspectiva heterosexual y con una visión heterosexual de la vida.

No cabe llamar matrimonio
No cabe pensar en crear comunidades de homosexuales de un modo segregacionista porque Sodoma era algo así y recibió una maldición divina al punto de que nadie sabe con certeza donde estaba emplazada la ciudad.
Pero nuestra visión es que no cabe denominar matrimonio al vínculo entre dos personas de un mismo sexo.
Ese término define al vínculo entre un hombre y una mujer y viene del término matrem (madre), vale decir la unión legal heterosexual para concebir hijos. Ese concepto debe ser respetado y protegido.

La óptica constitucional
Pero además, si decimos que vamos a establecer legislaciones para la unión legal entre homosexuales, necesariamente debemos partir de la Constitución Nacional que en su Preámbulo señala:

"El pueblo paraguayo, por medio de sus legítimos representantes reunidos en Convención Nacional Constituyente, invocando a Dios, reconociendo la dignidad humana con el fin de asegurar la libertad, la igualdad y la justicia, reafirmando los principios de la democracia republicana, representativa, participativa y pluralista, ratificando la soberanía e independencia nacionales, e integrado a la comunidad internacional, SANCIONA Y PROMULGA esta Constitución".

La carta magna apunta a “asegurar la libertad, la igualdad y la justicia” pero parte de una invocación a Dios.
Invocar quiere decir alegar, apoyarse, basarse, llamar, recurrir, implorar, rogar, en suma significa consagrar una ley madre iluminada e inspirada en principios divinos y, hemos visto aquí que esos principios no son propicios a la homosexualidad.

3 comentarios:

  1. http://espinaspetalos.blogspot.com/ visiten este blog XD xauu.......

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  2. El estado moderno es laico, sin confesión, no se puede mirar la constitución desde un enfoque cristiano o de cualquier religión.

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  3. Eso es cierto. El Estado es laico y una decisión no debería tomar partido en función de credos.

    Sin embargo la Constitución empieza con una invocación a Dios lo que implica que se pide la luz de la sabiduría divina para inspirar una carta magna justa.

    Es contradictorio pero por la prelación de las leyes, la Constitución está por encima de todo.

    Si alguien puede aclarar y poner luz sobre esta duda que lo haga.

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