lunes, febrero 22, 2010

Niños y niñas, jóvenes y jóvenas, miembros y miembras, hombres públicos y mujeres...

Por este único medio y con ánimo de polemizar vengo a exponerles con absoluta convicción que no pasa por este bodrioso y mamotrético modo de expresarse el reconocimiento de la mujer como parte de la creación. Cuando Jesús dijo “dejad que los niños vengan a mi” no sólo se refería a los varoncitos que correteaban su entorno. No.

Cuando los políticos o deportistas formulan declaraciones a periodistas, los periodistos aceptamos de buena gana que lo hagan sin reclamarles un presunta falta de respeto a nuestra condición.
Entendemos claramente que no están pretendiendo un menoscabo de la varonilidad.
De ese mismo modo el borracho de la arbolada no se siente disminuido en su persona porque lo tratan de farrista y no de farristo.
Y cuando escribimos aquí en el blog una critica a sinvergüenzas que dificultan la vida de los paraguayos, tenganlo por seguro que de igual manera cuestionamos a los sinvergüenzos que desde luego son absoluta mayoría.
No sólo escribimos artículos contra los chupamedias sino que además nos ocupamos de los chupamedios.
No por ello venimos a hacer sufrir a nuestros lectores hispanos y peor aún a nuestros lectores de otros idiomas por quienes sentimos pena cuando hay una palabra que los traductores de Internet les presentan con caracteres chinos.
Hay muy pocas cosas que me fastidian como los discursos donde aparece: jóvenas, miembras, vocalas...por lo que voy a hacer corto este artículo señalando que es un atentado a la legibilidad de un texto, escribirlo del modo que las feministas y los feministos, fundamentalistas y fundamentalistos, pretenden.
No pasa por ahí el reconocimiento de los méritos y los derechos de la mujer.

No pretendan por tanto que yo escriba de ese modo ridículo, extravagante, estrambótico porque se expondrán a que les mande al Congo y la conga.

He dicho, por mi dicha.

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