El enorme caudal de credibilidad de Fernando Lugo y su habilidad metepatística

"Yo creo que Nicanor debe asumir su cargo de senador”, luego “Yo creo que Nicanor debe irse a su casa”. “El terrorismo debe ser erradicado del planeta en todas sus formas…..el que afecta a los niños de mi país que mueren a causa de los agrotóxicos”, luego “Yo no me refería a los sojeros”. Fernando Lugo ha cometido este tipo de metidas de pata porque no se está amoldando a una disciplina discursiva que precautele lo que en comunicación se denomina “riesgo de reputación”.

Probablemente esté construyendo la estructura de su discurso en base a un proceso demasiado acelerado y como quien levanta una pared contra reloj, va colocando algún ladrillo fuera de nivel aunque al final corrige con un poco más de argamasa y lo cubre con revoque de modo que la obra final quede perfecta.
Hay en él como una suerte de dualidad político-pastoral. Lo que dice como político, no le convence como el pastor que aún tiene adentro.
La otra posibilidad es que tenga claro su discurso pero no mida la reacción en cadena que genera su expresión. En esas circunstancias corre el riesgo de edificar una imagen de despistado o de ñe’e rei (en guaraní significaría “disparatero”).

Hay que entender que los daños a la reputación de una persona o una empresa, pueden ser causados no sólo por graves revelaciones periodísticas negativas, sino también por el efecto gradual de una serie de hechos menores como los que señalamos.
Le ha ocurrido con el tema rally del Chaco cuando inicialmente se inclinó por su ejecución cuando tenía un informe técnico que desaconsejaba su realización en la actual situación de emergencia. Demasiadas marchas y contramarchas.
Protegerlo de esos zig-zags es tarea pendiente de su equipo.
Hay que considerar que para el tipo de prensa confrontativa que se da en nuestro país y que más que buscar la aclaración utiliza la primera oportunidad que tiene para picanear al destinatario de los discursos a fin de que reaccione y genere insumos informativos de alta explosividad; las metidas de pata presidenciales son extremadamente perjudiciales.
Ello, a pesar de que sea capaz de hacer un buen gobierno porque vivimos en una sociedad en la que los errores marcan mucho más que los aciertos aunque aquellos sean baladíes. Es la sociedad de la “talla”, la chacota, el remedo.
También hay que tener presente que estamos ante una prensa que ha dejado de recibir publicidad estatal. Una de las maneras de persuadir al poder para que haga llover maná publicitario, es presionándolo, acosándolo.

El capital de credibilidad
Hemos visto sin embargo en los últimos días y en el mundo periodístico digital que a las críticas mordaces contra la inseguridad del Presidente en cuanto a que afirma hoy lo que mañana puede desmentir que el público que participa de los debates, entiende claramente que esos errores son nimios frente a los desfalcos, injusticias e inmoralidades que sufrió la nación en las últimas seis décadas y que es preciso defender el proceso de institucionalización que está comenzando a edificarse en el Paraguay.
Vale decir, Fernando Lugo parte con un enorme caudal de credibilidad y es bueno acrecentar ese caudal con algunos primeros pasos firmes y concretos. Que Brasil y Paraguay inicien negociaciones sobre los mejores beneficios para el Paraguay por la cesión de energía de Itaipú es un hecho histórico. Crucial.
Deben venir otros y otros de modo a que haya material informativo positivo y no solamente subproductos discursivos que sirven para el divertimento mediático y para el comadreo.
Tal vez –lo quiera o no Fernando Lugo- debe ceder una función más significativa al vicepresidente Federico Franco en materia comunicacional del gobierno, por su mayor experiencia en ese frente o como lo hemos señalado en algún momento, nombrar a un portavoz.