La gente está exigiendo un “proyecto país” pero lo que estamos necesitando antes que eso es un proyecto de sociedad solidaria donde rijan ciertos valores y derechos de un lado y ciertos compromisos y obligaciones del otro y no el canibalismo que se enseñorea hoy.
Hay que romper la cadena de la indiferencia. Lo que acontece en resumen es que la sociedad exige una serie de soluciones al gobierno. El gobierno señala que carece de recursos. Entonces pide ayuda a asesores que luego de estudiar el panorama, llegan a la conclusión de que hay mucho por hacerse en el plano tributario.
Los expertos entre quienes a veces figuran los economistas más renombrados del planeta como Joseph Stiglitz indican que el Paraguay figura entre los países del planeta que menor presión tributaria tienen.
Eso quiere decir que en comparación con otras naciones aquí casi no se contribuye, no se tributa y entonces lo que hay que hacer es generar recursos en ese frente porque hay campo inexplorado.
Miopía y egoismo
Luego el gobierno quiere crear impuestos y piensa en los sectores productivos exitosos donde se genera mucha ganancia.
No ganamos mucho se apresuran de inmediato a advertir los industriales y argumentan que ya tremendo les resulta el desafío de luchar contra el contrabando y la competencia desleal de proveedores foráneos que dotados de recursos poderosos buscan su desaparición.
Añaden que a raíz de la crisis ya se cerraron varias industrias y que antes que impuestos necesitan estímulos fiscales.
Entonces cuando la atención se dirige hacia los importadores, estos se adelantan a señalar que sus emprendimientos apuntan a reducir el costo de vida incorporando bienes de capital (tractores y maquinarias) que ayudan a transformar la economía nacional y bienes de consumo y que proveen alimentos de calidad. Entonces, los nuevos impuestos sólo contribuirán a la inflación y a elevar el costo de vida.
En ese momento saltan los productores del agro y se oponen a pagar más impuestos. Dicen que el gobierno es retrógrado cuando pretende “castigar la producción” y desalentar el cultivo de la tierra.
Es decir, se plantea un cuadro de enorme egoísmo de parte de los segmentos económicamente más exitosos de la sociedad y da la impresión de que incluso están dispuestos a unirse todos para producir cambios políticos antidemocráticos a fin de defender más que nada su situación privilegiada.
El show sustituye al debate serio
Como los políticos, más que beneficios para la nación, buscan beneficios para sus grupos queda claro que no hay interés en resolver los problemas y en vez de debatir sobre temas como estos, andan los periodistas por ahí tratando de entrevistar a reos en las cárceles de donde jamás provendrán ideas esclarecedoras de las grandes soluciones que el país reclama.
Y hablamos de pruebas de ADN, de bombas inventadas y de cualquier tema intrascendente, menos de lo que nos deben interesar porque lo banal parece que ayuda a olvidar las penas y así andamos escapando de lo crucial.
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