domingo, agosto 08, 2010

Prudencia: No linchar políticamente al Presidente Fernando Lugo de un modo anticipado por su cáncer

Ni el rostro de Don Carlos Antonio López (cuadro de atrás) era el correcto para la ocasión. Foto de abc color

Independientemente de las sensaciones que la divulgación de una información así pueda provocar en el receptor, el anuncio del cáncer linfático del Presidente Fernando Lugo adoleció de un hecho que merece ser tenido en cuenta. Los rostros de quienes informan también comunican y en este caso, esos rostros “comunicaron demasiado”.

Es absolutamente posible que una enfermedad así en su fase inicial pueda ser combatida eficazmente pero el rostro de los informantes, decía absolutamente otra cosa. Había dramatismo en las facciones y es absolutamente comprensible.
Lo que nosotros aquí exponemos simplemente tiene que ver con lo que dicen los manuales acerca de que informaciones de estas características, por su contexto y el nivel del personaje que es centro de la atención, requieren de cuidados muy particulares por los efectos que desencadenan.
Y fueron muchos los efectos. Por ejemplo, el vicepresidente de la República apuró su retorno de Colombia.

El sanguijuelismo unido, jamás será vencido
Por otro lado hay preocupaciones comprensibles porque Lugo viaja a Brasil antes de resolver la problemática de cargos que interesa muy intensamente al movimiento ganador de las internas del Partido Liberal Radical Auténtico, encabezado por Blas Llano, archirrival del vicepresidente Federico Franco.
Demasiadas preocupaciones todas juntas y ya se habla de la sucesión en el poder, probablemente de un modo apresurado. Fernando Lugo sigue entre nosotros y mentalmente apto.

Una pastilla de Scavosedán de 500 miligramos
Seamos prudentes y "no lo matemos" al Presidente simplemente por premuras subalternas. Hay casos en que los herederos se apresuran a repartirse la herencia antes de tiempo y eso es muy feo.
Habla muy mal de los herederos, de modo que es momento de pedir calma.
La recomendación para los herederos del poder es que sepan disimular sus ansiedades y que manifiesten una mayor cuota de paciencia.
Es decir que haya autocontrol de los apetentes políticos. No decimos que se mantengan inapetentes, simplemente que tengan un control de esa agitación efervescente que produce la aparente proximidad de que la herencia caiga en sus manos.
Que todos ellos nos transmitan una imagen de madurez, prudencia, humanidad, sensatez.
Parece mucho pedir, pero no. Es lo mínimo que pueden hacer.

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