jueves, septiembre 09, 2010

Los días difíciles de 20 etnias aborígenes del Paraguay

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Apegados aún en gran medida a su cultura cazadora-recolectora pero ya sin bosques donde cazar o recolectar, 20 etnias aborígenes paraguayas viven días difíciles, unas más que otras. Algunos grupos despojados de su ambiente como los mby'a, deambulan por las esquinas de la capital paraguaya donde recolectan monedas pero ya no frutas o miel que la naturaleza un día les proveyó como el más extraordinario supermercado en que todos los productos estaban en oferta.

Hace más de 5 mil años andan por aquí. A pesar de que el gobierno ha anunciado planes para proteger sus derechos, la complejidad del manejo de sus culturas y la cortedad de los presupuestos siempre termina postergando soluciones sustentables y la ayuda en tales circunstancias se limita al asistencialismo.

Algunos se han adaptado mejor
Existen pueblos como los avá guaraní, los aché, los chamacocos que salen de sus comunidades en busca de mejores oportunidades económicas, por estudio, salud o simplemente decidieron vivir en la ciudad.
Otros tienen mejores vínculos con el mundo globalizado. Mucho tiene que ver con la historia de cada pueblo.
El fenómeno más dramático viven las etnias que habitan la Región Oriental del Paraguay donde la urbanización se ha extendido y ha dejado escaso espacio vital para los aborígenes que se aferran a su cultura. Hay tierras que ellos reclaman como ancestrales que los productores de soja les disputan.
En Paraguay existen aún grupos indígenas que nunca han entrado en contacto con el hombre blanco.
Viven en aislamiento voluntario y son los ayoreo totobiegosode (también conocidos como pyta jobai que en español sería “pies con dos talones” porque usan un calzado de plantilla rectangular de madera y caminan de un modo que miradas sus huellas no se sabe fueron o vinieron).

Silvicolas compartiendo espacio con el Primer Mundo
Hay familias de estos silvícolas que aún permanecen en el bosque en el Gran Chaco (Región Occidental). Se trata de una gran región seca que tiene la particularidad de ser un escenario donde comparten en un mismo tiempo, comunidades del primer mundo y otras que aún viven en la Edad de Piedra.
Las primeras, conformadas por menonitas que huyendo de las guerras mundiales – desde la antigua Prusia y Rusia- se instalaron ahí y convirtieron el Chaco central en un emporio altamente desarrollado; las segundas, por familias amenazadas ante la expansión de la ganadería que tumba los bosques.
Algunas de ellas inevitablemente han sido impulsadas a salir del bosque y enfrentar la depresión al pasar de un modo brutal de su cultura a la era de la información.
El encuentro de las culturas no siempre implica un avance para los que han salido del bosque, desacostumbrados a la alimentación basura, a las bebidas gaseosas que nunca formaron parte de sus dietas.
Las enfermedades del hombre blanco para las que los aborigenes no tenían defensas, causaron estragos en ese encuentro.

Empleadores y empleados
El alcoholismo es un problema a resolver en muchos grupos que no logran asimilar el cambio en tanto que felizmente se dan otros fenómenos más amigables como los que por ejemplo se manifiesta entre las comunidades menonitas del Chaco y grupos de nivaklés, sanapanás, guarayos y otros porque comparten la existencia aunque en una relación de empleadores y empleados.
A pesar de que existían grupos conservadores reacios a convivir con el hombre blanco, hubo líderes que razonaron de un modo diferente y dijeron que “si queremos sobrevivir tenemos que aprender a hilar los dos hilos”.
Se referían a que tenían que amoldarse a las dos culturas y usaron la alegoría de los hilos para referirse al uso del hilo de karaguatá (una planta de hojas fibrosas que hilan para producir bolsos, indumentaria, etc.) y el hilo de algodón que fue un aporte de la sociedad occidental.

¿Será?
De este cuadro de relación entre sociedad dominante y sociedad dominada, debe surgir un tipo de relacionamiento más justo y respetuoso que hoy por hoy en Paraguay aún parece distante.
Queda claro que desde la conquista de los españoles, los pueblos indígenas no tuvieron la opción de elegir.
Los ayoreo que han salido del bosque, llaman a los blancos coñone (literalmente "estúpidos") y esa designación les viene de cuando los veían destruir los bosques que para los silvícolas era el supermercado que les proveía de todo lo que necesitaban para la vida).

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